La democratización de la delincuencia nos sitúa en un nuevo escenario donde unas élites político financieras mueven cantidades ingentes de dinero para conseguir convencer a toda una generación de jóvenes, de que están encabezando la enésima revolución pendiente, cuando en realidad sólo son peones sacrificables en el tablero de poder de una guerra ideológica que ni siquiera entienden.
La violencia global ha estallado recientemente en escenarios alternos: Francia, Chile, EE.UU… nada, obviamente, es espontáneo.
Tus hijos, en este contexto, hacen de cobayas de un experimento globalista dirigido desde la extrema izquierda para acabar con la civilización occidental.
Y digo tus hijos, porque no mandan a los suyos a las barricadas, los suyos nadan en piscinas de mansiones protegidas por grandes muros mientras ven por la tele como los tuyos malgastan su vida en una supuesta insurrección que les roba la libertad individual y les convierte en un rebaño fácil de dirigir desde el poder: DISIDENCIA CONTROLADA.
Algunos acabarán en la cárcel, otros con antecedentes que les impedirán desarrollar muchas profesiones cuando crezcan y asienten la cabeza. En el peor de los casos acabarán muertos como ese joven francés calcinado mientras intentaba hacer arder un coche de policía.
Todos sin excepción, se darán cuenta demasiado tarde de que han perdido sus mejores años haciéndole el trabajo sucio justo a esos con los que intentaban acabar.
Asistimos a la mundialización de una técnica hasta ahora sólo usada de forma local.
En el País Vasco de los 80, se le cortó el pelo a toda una generación a bacinilla y se les puso un pendiente de aro en la oreja. Creían ser antisistema, pero sólo eran un rebaño creado desde el propio sistema para manipularlo y ejercer un fácil control sobre él (disidencia controlada). Escuchaban en los bares canciones de Kortatu porque era así, borrachos y distraídos, como los quería el poder.
Al final sólo movían el árbol para que otros recogieran las nueces.
Los CDR de Cataluña corean los mismos eslóganes que defiende el establishment mientras queman contenedores y cortan carreteras ante la pasividad y complicidad de este.
Otro rebaño creado desde las facultades y los medios de comunicación, y subvencionado a través de un cúmulo de asociaciones que da a la juventud una sensación de pertenencia justo en la edad donde empiezan a salir de casa y el grupo de referencia deja de ser la familia y pasa a ser el grupo de iguales. En esa etapa donde la personalidad es maleable porque todavía no está formada, se les regala la posibilidad de experimentar cosas nuevas y se crea una falsa sensación de responsabilidad y compromiso. También se les atrae a través de la erótica del poder, pues su grado de implicación les hace escalar cada vez más alto en la organización.
Para ellos el grupo es una zona de confort.
Estos experimentos con la parte más manipulable de la sociedad, los jóvenes, han convertido a Cataluña y el País Vasco en las últimas dictaduras de occidente, donde una parte de la población coarta permanentemente los derechos de la otra parte, y me da igual que esa parte dominante sea el 51% y ganen elecciones, la esencia de anular al diferente se hace visible cada vez que Inés Arrimadas o Cayetana Álvarez de Toledo son arrinconadas e insultadas en una universidad catalana o cuando hay que mandar a cien antidisturbios para que se pueda celebrar un mitin de Vox en Bilbao.
No se admiten disidencias, excepto la controlada: el rebaño.
La dictadura disfrazada de democracia ha resultado ser un éxito en contextos locales y ahora quieren ejecutar el maquiavélico plan a nivel mundial.
Pero antes de la etapa de manipulación, ha habido un trabajo de desgaste de décadas, una ingente tarea de deconstrucción, de derribo de todos nuestros principios y valores identificados como perversos para ser luego fácilmente sustituidos por otros, los suyos.
Si eliminas el Cristianismo como base ética queda un vacío existencial que cualquier nuevo mesías terrenal puede llenar con ideologías y nuevas creencias construidas a base de mucho dinero y adoctrinamiento como la ideología de género. Se trata de que los códigos éticos dejen de ser morales, y pasen a ser políticos.
Si nuestras leyes, que tienen como base el derecho romano, no se respetan, e incluso se clama a desobedecerlas desde los pulpitos del nuevo poder, entonces triunfan los bárbaros y el saqueo de Roma comienza.
Si la Cultura heredada de Grecia se banaliza, comienza el derribo de estatuas.
Y si no hay Cristianismo, Roma y Grecia, entonces ya no hay occidente, la civilización más libre y próspera que ha conocido la humanidad.
Dominar la calle es fundamental para imponer este maquiavélico plan, y el último escollo para dominarla, una vez tienes la complacencia del poder político y económico, es la Policía, por eso es fundamental desacreditarla de manera permanente, escoger un hecho individual y tornarlo general: los policías matan, los policías abusan, los policías son racistas.
Si logras convertir la responsabilidad individual en responsabilidad colectiva ya estás dando cobertura a cualquier ataque sobre cualquier policía.
Además es un plan perfecto porque se retroalimenta. Si un caso aislado propicia disturbios por todo el país, será más fácil ver otras actuaciones policiales de uso de la fuerza, y por lo tanto defender la premisa que ya estaba manipulada desde el inicio: la policía es la culpable de la violencia.
Los autodenominados antisistema visten deportivas de Nike y sudadera de Adidas, graban sus hazañas con móviles de última generación y utilizan el nuevo lenguaje creado desde los círculos pseudointelectuales de los partidos políticos.
En resumen, los antisistema son puro sistema. Las élites vareando rebaños una vez demonizada la libertad individual y ensalzada la pertenencia al grupo de referencia.
La izquierda tiene un amplio historial en el dominio de masas, la historia es testigo. Los grupos disgregados se utilizan como ariete y como base militante: no importa que seas negro, homosexual o mujer, lo que importa es que seas negro, homosexual o mujer de izquierdas, si no lo eres se te puede insultar, perseguir y agredir.
Pedirles a los jóvenes que se enfrenten a esos niveles de coacción es mucho pedir, no hay muchos Miguel Ángel ni Ignacio Echeverría.
Se trata de incendiar Roma, de crear un mundo de caos para luego aparecer como los únicos capaces de revertir ese caos, los únicos que pueden de sofocar el incendio… el incendio que ellos mismos provocaron.
Es el poder quien financia el grito de “las calles serán siempre nuestras”, porque si el poder controla el contrapoder (la calle), entonces está cada vez más cerca del poder absoluto.
La última muralla que protege las calles para que estas sean de todos, son un grupo de guerreros vestidos de azul o verde, aquellos a los que Rosa Díez bautizó como los escudos de la democracia.