Veintidós años en la Policía junto a la Mutualidad de Previsión Social de la Policía

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La muerte no había entrado en mi vida tan de cerca hasta mis prácticas en Gijón; homicidios, muertes naturales, atentados, suicidios, etc…, quizás aquello que nos contaban en el Centro de Formación, ese seguro de vida no había sido mala idea.

Allá por el año 1999 cuando me incorporé en el Centro de Formación del Cuerpo Nacional de Policía, ahora Escuela Nacional de Policía, durante las primeras semanas de adaptación, nuestra promoción, la XV de Escala Básica recibía numerosas charlas sobre diferentes temáticas que afectaban a nuestra futura vida policial, entre ellas, la dedicada a la Mutualidad de Previsión Social de la Policía (MUPOL). En la veintena no es común que se nos pase por la cabeza un seguro de vida o un plan de pensiones, eso es de “mayores”; sin embargo, el 90% de la promoción se inscribió y dio de alta en nuestra mutualidad de previsión social, siguiendo los consejos de los “veteranos”; además, nuestra sección ganó un concurso que versaba sobre una carta de fundamentos éticos policiales, la sección 3ª en concreto. La participación en las actividades que promovía el Centro de Formación era absoluta por parte de todos.

Fue un buen año de dedicación, esfuerzo y muchísima ilusión por comenzar a trabajar, al principio de prácticas, y vestir el uniforme de la Policía Nacional. Por aquel entonces, mi padre, también policía, estaba realizando gestiones para su pase a segunda actividad y “echaba cuentas” con MUPOL. Supongo que unos nacen en la profesión y simultáneamente, otros van dejando paso a estos. Ahí es donde el testigo de quienes nos preceden nos puede orientar mejor en el duro camino policial.

Iniciadas las prácticas en Gijón, tuvimos que acudir al entierro de unos compañeros de la Guardia Civil que habían fallecido en un atentado de ETA, fueron momentos duros y de incertidumbre pues era la primera vez que acudíamos a un acto oficial de uniforme de gala y por un lamentable suceso.

Ese mismo año, a punto de finalizar las prácticas, falleció un gran amigo y compañero de prácticas en un accidente de tráfico; un duro e inesperado golpe.

La muerte no había entrado en mi vida tan de cerca hasta mis prácticas en Gijón; homicidios, muertes naturales, suicidios, etc…, quizás aquello que nos contaban en el Centro de Formación, ese seguro de vida no había sido mala idea.

Posteriormente juré el cargo en Ávila, ingresé en los “Alazanes”, la penúltima plaza para la UPR de motos, en Madrid. Tuve varios accidentes de tráfico, viví las consecuencias de más de un atentado terrorista, atracos, suicidios, homicidios, etc…, ascendí a Oficial de Policía y vivimos un 11M en primera persona.

El trabajo policial es muy gratificante e igualmente, arriesgado y, cuando menos te lo esperas, los sucesos se desencadenan inexpertamente en tu vida, personal y profesional; nadie tiene una bola de cristal que le anticipe sus acontecimientos.

Compaginando profesión y duro estudio, y arropado por mi familia, aprobé la oposición a escala ejecutiva; de nuevo al Centro de Formación con ilusiones renovadas por unas nuevas y comprometidas funciones en la Policía Nacional.

Igualmente recibimos información sobre MUPOL, una gran decisión que se toma a lo largo de la vida profesional y de la que, cada año que pasa, te alegras más de haber tomado. Mis prácticas en Málaga también fueron muy interesantes, grandes servicios a cargo de grandes profesionales policiales de quienes aprender y seguir aprendiendo. Por aquel entonces, la situación económica no era la deseada y hubo que suspender prima; sabiendo que al hacerlo también dejas de estar cubierto por la parte de riesgo del seguro. Al menos, los derechos consolidados (el dinero ahorrado), seguían estando en la hucha que cada uno tenemos en la Mutualidad.

Juramos el cargo de inspector de policía, de ahí saltamos a una unidad policial especializada en investigación a nivel central, inspector investigador e inspector jefe de grupo accidental; a estas alturas, seguía pensando volver a activar la prima, pero lo retrasamos para un momento posterior; la carta con la información para hacienda seguía llegando cada año.

Después de un tiempo, la familia aumenta, se activa de nuevo la prima y surge la oportunidad de formar parte del Claustro de Profesores de la División de Formación y Perfeccionamiento; ahora es el momento de aprender enseñando, una vieja aspiración que pervivía. Aproximadamente después de un año como profesor titular de la Escuela Nacional de Policía, el entonces director y Comisario D. Marcelino Pérez, me cita en su despacho para decirme que he sido propuesto para desempeñar el papel de enlace-representante entre MUPOL y el centro de formación policial.

Desde entonces, me alegro de poder participar activamente en ello; ahora acompaño al gran equipo directivo de MUPOL en sus charlas en la Escuela Nacional de Policía y sirvo de enlace para todos aquellos compañeros que deseen formar parte de la Mutualidad de la Policía. Muchos han sido los que, al igual que quien suscribe, confían su seguro y plan de pensiones en MUPOL, sus ahorros y se benefician de las promociones y acuerdos que suscribe con diferentes empresas de servicios.

“MUPOL ha estado presente desde mis inicios en la policía y es un escudo protector que ayuda a sentirse mejor. Finalmente, espero que, todo ello, sirva de ejemplo para otros, quienes aún no han tomado la decisión. Buen servicio y un saludo cordial”.
Juan José Ballesteros Roque (Prof. Escuela Nacional de Policía) para h50 Digital Policial

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