Un varón marroquí de 38 años, ha apuñalado a una trabajadora social del “Consorci del Benestar Social” en la localidad de Salt, en Gerona.
Los hechos suceden sobre las 13:30 horas del viernes, 23 de noviembre de 2018, en plena calle.
Los Mossos d’Esquadra reciben el aviso de un testigo, y una vez en el lugar, se encuentran a una mujer tendida en el suelo con una herida abierta en el abdomen, dan aviso a los servicios de emergencias, y es trasladada de urgencia al Hospital Santa Caterina.
Tras tomar declaración a los testigos, los Mossos inician una búsqueda del agresor, que finaliza con su localización y detención una hora después, el agresor, de nacionalidad marroquí, se enfrentará a los cargos de homicidio en grado de tentativa.
Hasta el momento se desconocen las causas de tal agresión.
Hace menos de una semana, también conocíamos la noticia de un hombre de 44 años, también de origen marroquí, detenido en Bilbao, por violar y casi seccionar un dedo del pie a una educadora social.
La maniató a una silla y la amordazó con la cortina de la vivienda de acogida dónde estaba siendo alojado gracias a los servicios sociales de la localidad.
En este caso, según la investigación, el motivo fue porque debido a los múltiples conflictos que ocasionaba en la vivienda, en ese momento se le comunicó que sería expulsado del piso.
Comienza a ser habitual, que los varones con arraigo al Islam, no entiendan, ni comprendan cuando una mujer se haya en una posición o nivel igual o superior a ellos mismos, lo cual perciben como una agresión a la jerarquía y la superioridad, que su religión proclama.
Es evidente, que los hombres musulmanes tienen miedo de las mujeres y tienen miedo de perder su control autoritario y esa dominación que les da la ilusión de ser superiores a ellas y el poder de someterlas a su voluntad mediante la fuerza y la violencia. El islam es una mala escuela de convivencia entre el hombre y la mujer.