Desguazando el Estado. La rubia sempiterna
“In hac lacrimarum valle” nos hacía rezar el cura fascista de mi pueblo sin que ningún crío, entonces, supiera ni una mierda de latín. En este valle de lágrimas. Aquel cura trabucario parecía adivino. En nuestra infancia pobre y desarrapada, jugábamos con un palo y una rueda vieja de bicicleta, aguantábamos la disciplina del cura,…