Quiero ser policía pese a que sea una de las profesiones más peligrosas que existen. A veces amados, muchas veces odiados.
Quiero ser policía a pesar de que muchos han muerto por defender la libertad y los derechos de todos los ciudadanos, indistintamente si son españoles o no. Sirva como ejemplo los héroes de Orzan.
A pesar de que trabajamos muchas veces sin descanso y sin medios. Vanesa Lage murió en un atraco y no tenía chaleco; Francisco Díaz (Paco) que murió acuchillado, no tenía chaleco; José Manuel Arcos, le quitaron su arma con la que le mataron, no tenía funda antihurto. ¿Seguimos?
Muchas veces somos los héroes de la película. Cuando detenemos al asesino, al pederasta, al violador, al traficante que vende droga a nuestros hijos, al que agredió a nuestro familiar o amigo para quitarle el móvil o incluso al que se dedica a sustraer carteras al descuido.
La policía no ordena los desahucios.
Pero esa apreciación de héroe, puede pasar a villano en cuestión de segundos cuando no se obtiene lo que se esperaba de la policía. No hay que olvidar que la policía no hace las leyes, sólo las cumple y las hace cumplir. Las leyes las hacen los políticos que son elegidos por el pueblo.
La policía no ordena los desahucios, aunque esté presente en la mayoría. Sólo cumple órdenes de la autoridad judicial, independientemente de los valores morales personales. Tampoco multa por llevar banderas de España, como se ha hecho creer estos últimos días, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad han muerto por esa bandera. Se propone para sanción por incumplimiento del estado de alarma, el cual prohíbe las concentraciones por motivos sanitarios.
La policía no se infiltra en manifestaciones de ningún tipo para provocar altercados, los evita o persigue a quien los provoca.
No somo una policía al servicio del Gobierno. Somos una policía al servicio del Estado.
Y mientras se nos acusa de estar al servicio de los políticos, estos a su vez nos atacan. Algunos se emocionan viendo imágenes cuando agreden a un policía y otros nos llaman “gasto superfluo”.
Estuvimos en el punto de mira de ETA, sufrimos los años de plomo, el síndrome del norte, estuvimos ayudando a las víctimas el 11-M, estuvimos en el piso de Leganés donde se inmolaron los terroristas. Estuvimos el 22-M, en la Castellana, donde se criticó que no se dejara actuar con contundencia, pudiendo costar la vida de algunos antidisturbios. Estuvimos en la operación Copérnico, donde nos insultaron y humillaron, echándonos de hoteles, por defender la Constitución y la indisoluble unidad de la Nación española. Estuvimos en la operación Ícaro, donde algunos compañeros fueron salvajemente agredidos, quedando algunos con graves secuelas y hemos estado como no podía ser de otra manera, luchando contra el Covid19.
Estamos y estaremos allí donde se nos requiera y donde se nos necesite.
Muchas vidas son las que se han quedado por el camino y muchas lágrimas derramadas por defender la unidad de España, como para que alguien pueda dudar aún de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad.
Lo cierto es que da igual que se llame Policía Nacional, Guardia Civil, Policía Local, Municipal o Autonómica. Son personas excepcionales a las cuales puedo llamar compañeros sin temor a equivocarme. Es por eso por lo que soy y quiero ser policía.