Mucho se ha hablado de la vocación de los policías a la hora de entrar al Cuerpo, pero lo cierto es que eso no lo es todo.
Hace unos cuantos años, antes de caer en una de las mayores crisis sufridas en España, ser policía era para el mayor número de aspirantes vocacional.
Con el sueldo de un policía no te hacías rico y por contra te jugabas la vida a diario. Además, era más que probable que te marcharas de tu tierra unos cuantos años hasta poder tener puntos suficientes para volver. Años que se multiplicaban en comunidades como Galicia o Asturias.
El sueldo no era para tirar cohetes, pero como decían los caimanes: “el hambre pasará por delante de tu puerta pero no entrará”.
Pero la cosa ha cambiado de unos años atrás hasta el día de hoy.
Llegó la crisis y el paro. Muchos buscaron en la Policía un trabajo estable. Se han llegado a convocar oposiciones que han superado las 5.000 plazas anuales.
Esto no quiere decir que estos compañeros que han entrado por una estabilidad sean peores policías que los que llevan queriendo serlo desde pequeños.
¿El policía nace o se hace?
La experiencia ha demostrado que personas que entraron sin vocación, la encontraron dentro.
Que personas que entraron en unas oposiciones con muchas plazas buscando una oportunidad de estabilidad, demostraron su valía con creces.
Que el servicio y el sacrificio de esta profesión no están pagados.
Lo cierto es que cuando un policía tiene que poner su vida en manos de su compañero no piensa en si está por vocación o por estabilidad. Y es que al fin y al cabo da igual, siempre que sea un gran profesional.