Siempre que se habla de la seguridad, la mayor parte de nosotros la relacionamos con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, al final, es lo más recurrente, en cierto modo es la primera imagen que nos viene a la cabeza. Ésta visión se queda corta, pues de sobra es sabido, que la seguridad total no existe y que las parcelas a asegurar son tan amplias, que la policía no es capaz de abarcar todas.
Desde el ámbito público principalmente, pero también desde el privado, se trabaja por y para dar protección y seguridad, así como para desarrollar una labor de prevención contra la delincuencia. Estos dos tipos de seguridad, que si bien, parten de una organización y dependencia diferente, están perfectamente conectados para complementarse a fin de ser lo más efectivos posible.
La seguridad privada, no es un ente único, es todo un conglomerado de servicios, dedicados en exclusiva a proteger y dar seguridad en lugares de titularidad privada, aunque también, realizan su función como apoyo a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en edificios o instalaciones públicas.
Multitud de ámbitos
La seguridad privada da cobertura en multitud de ámbitos y su actividad profesional está tan extendida que es fácilmente visible, ya sea previniendo los hurtos y robos en grandes superficies comerciales, o en estaciones de tren, intercambiadores de metro y autobuses, en hospitales, en la tarea tan exhaustiva e importante como es el control de pasajeros en un aeropuerto, en la recogida de caudales y recaudaciones con furgones blindados, en controles de aforos en los diferentes recintos deportivos, entre otras muchísimas funciones más.
Y si todo lo anterior supone una labor muy importante, que descongestiona a su vez a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, hay una parcela menos conocida de la seguridad privada, pero que durante muchos años ha sido un pilar fundamental en la protección, seguridad y lucha contra el terrorismo de ETA.
Esta última faceta la conozco de primera mano, pues a pesar de que hoy en día parece que no existiese el terrorismo y que solamente es producto de un mal sueño, el terrorismo de ETA obligó a que tanto las empresas del ámbito privado, como su personal, se formasen, cubriendo también una parcela en la que ni la policía, ni la Guardia Civil daban abasto.
Muchos fueron los que se jugaron la vida, literalmente hablando, para proteger a políticos, periodistas, y a empresarios amenazados y señalados por ETA. Tanto los primeros de los que he hablado, como estos últimos, se han ganado con creces el respeto de ciudadanos y de muchos de los que formamos parte de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Los compañeros de trabajo no son solamente los que visten el mismo uniforme, o dependen de un mismo organismo, compañeros de trabajo, son bomberos, sanitarios del SAMUR, pero también lo son los vigilantes de seguridad privada.
La experiencia también cuenta
En este aspecto de la seguridad, es muy importante tener en cuenta, que muchos de los que hoy forman parte de policía Guardia Civil Mossos d’Esquadra, Ertzaentza, o policías locales, en su día, mientras opositaban, trabajaban como vigilantes de seguridad o escoltas privados. Son activos policiales, que previamente a su formación en las academias correspondientes, ya habían tenido contacto con la labor de la protección o la seguridad. Toda esa experiencia sin duda ha servido para aplicarla en su faceta como policías.
Sus valiosos medios
La utilización de dispositivos tecnológicos de videovigilancia, detectores de presencia, controles de Scanner, o los punteros sistemas de localización, son herramientas que la seguridad privada ofrece tanto a particulares, como empresas, para ganar en seguridad. De todo lo anterior, la policía se beneficia directa e indirectamente, en la prevención del delito, y en su posterior investigación. Toda ayuda siempre es bienvenida.
Es muy necesario afianzar la colaboración entre seguridad privada y seguridad pública, para demostrar que no hay una seguridad de primera categoría y una de segunda, y sobre todo para que la sociedad entienda la importancia de su labor y sobre todo para no contribuir a que sean percibidos como los proscritos de la seguridad.
Sirva este artículo, para dar las gracias a tantos vigilantes de seguridad, y demás efectivos del personal de la seguridad privada, principalmente a Dani y Edu (aspirante a Guardia Civil), reconociendo el encomiable trabajo realizado, así como la estrecha colaboración mantenida con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado durante todos estos años.