Sánchez, Franco, la gripe y MUFACE

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No estoy hoy en Madrid pese a ser viajante acreditado. No he ido a la primera celebración de Franco ni he ido a vitorear a MAR a la puerta del Supremo donde ha empezado envalentonado y, en una causa que veo de largo recorrido desde mi ignorancia y mi vejez. Este señor me cae como una patada en el culo y lo veo dar clase al Supremo: el fiscal tiene que ser condenado. “Pa chulo, mi pirulo”.  Me sigo cambiando, a todos los efectos, por el novio de Ayuso.

Pese a ser un anciano ojeroso y arrugado en cualquier terreno, un desecho de tienta a punto para el crematorio  – no es un recurso para que me digan: no, que tú estás hecho un chaval, que estás super, super, super bien, en plan narciso-. A mí, no me importan los microbios. No creo en ellos. Como el carlista coronel Zumalacarregui, que tampoco creía y murió de un tiro en una pierna que se le infectó.

Lean, a propósito de Zumalacarregui  y otros elementos perniciosos históricos, la novela de inminente aparición editada por Samarcanda y prologada nada menos que por Don Juan Eslava Galán, “Los confesores reales. Pecado, política y perdón”. Una novela a muchas manos, dictatorialmente dirigida por un servidor en el Taller literario de Novela Histórica de la Universidad de Alicante y que trata de un asunto pocas veces tocado: el poder de la Iglesia, a través de sus confesores reales y del llamado sacramento de la penitencia  – un invento cuajado en el siglo XIII-  en la política de los estados. También del comportamiento de los reyes, aunque fallaran estrepitosamente en el control de los bajos, la bragueta, los corchetes y otros aditamentos eróticos o atenazadores de elementos modificables por el deseo e incluso por el mero pensamiento y hasta involuntariamente. Estos hechos se atemperan e incluso desaparecen con la edad. Salvo a mí, que la rubia del Jaguar, a pesar de dejarme tirado, me sigue poniendo como no puedo decir por si leen esto los niños.

Estáis avisados y ya os diré con tiempo suficiente cuando la presentamos para que todos – pasaré lista- podáis estar en su presentación y puesta de largo. Vamos a otra cosa.

He leído,  lo leo todo dada mi condición de parado, en un periódico de gran tirada que, con la gripe y otros virus estacionales, ya están empezando los problemas en las urgencias y en los hospitales en general y eso que aún no ha llegado “el pico epidémico” de contagios. Van 71 por cien mil. A mí no me pillan porque ando en moto y el fresco en el pescuezo es un blindaje no reconocido pero importantísimo. Tampoco me pillan porque no me puedo poner malo, malo, malo de estar acostado que es la manera de estar enfermo de verdad  – dicen en Granada- y lo demás son pollas.

No me puedo poner malo porque Muface anda en liquidación por derribo. Este gobierno, que en teoría cuida a sus ciudadanos y habla tanto del “Estado del Bienestar”, se ve que cuida solo a algunos, no a todos. A los de Muface, entre los que me cuento, los veo mohínos y desasosegados, tensos y tristones, entre acojonados y deprimidos, angustiados y machacados por la incertidumbre. Las aseguradoras médicas son como las otras, todo va muy bien mientras no te pasa nada, cuando te plantas porque has tenido una catástrofe todo son pegas. Leo que el encargado en Valencia de la Sanidad afirma que no tienen ni dinero ni médicos para atender a casi doscientos mil mufaceros que le pueden llegar de golpe. Tengo ya preparada mi chilaba y mi kufiya. Me pongo eso y me atienden fijo. Las tengo originales, compradas en Hebrón en una incursión que hice en Palestina y apoyo a los palestinos desde entonces. Pueblo heroico.

Sánchez se podía ocupar menos de la muerte de Franco  – que no fue ninguna revolución como oí el otro día al ministro canario, sino que murió tranquilamente en su cama- y ocuparse más de los dos millones de mufaceros que estamos con la respiración cortada porque las esperas y los atascos en la seguridad social se van a multiplicar como lleguemos todos en tropel. A mi me caducaban los talonarios de joven. Ahora que llegan los achaques, tras cotizar años y años, te ponen dificultades. Con dos patologías que deben ser controladas salvo que quieras ir al crematorio ya, si me tiran a la basura palmaré liándola. Aviso. Las primaveras árabes de mufaceros. No me vengan con que amenazo porque la amenaza es de un mal antijurídico y lo que yo haré no lo es.

Sánchez, líos judiciales aparte que con esos no me meto porque son causas de largo recorrido y la Justicia  es una maquina lenta pero arrolladora. Es sabido  que no es lo mismo ser un pobre diablo desarrapado  – espérense a las memorias a las que me insta Eslava Galán y  verán unos cuantos casos con nombres y apellidos-  que ser un tipo de “alto standing”, con gabinetes famosos presionando en los juzgados y metiendo recursos procesales para eternizar las causas y gobiernos dispuestos al indulto o a dejar que el penado vaya voluntario a un centro abierto y admitirlo para que se clasifique en tercer grado el mismo. Ya verán cuando yo entre cómo me llevan al modulo de Urdangarín en Ávila y me muero allí del asco hasta que mi rubia del Jaguar se ofrezca a darme asilo dentro de cuatro o cinco años.

Sánchez está ocupado en controlar el partido con mano férrea en una exhibición de cesarismo que no se veía desde Franco, al que están homenajeando ahora mismo. Yo, si les soy sincero, celebraría la muerte de Fernando VII, un hijo de puta redomado, al dulcemente califican como felón quienes saben muy poco de él. La de Fernando y la de su señora Cristina, también la de su segundo marido, un estanquero de Tarancón, trepa y aprovechado al que inmediatamente nombró duque de Riansares y que fueron  pioneros en pedir comisiones por cualquier cosa que se contrataba. Conmemorar la muerte de estos elementos también estaría bien, porque ellos no estaban entonces y, cuando murió Franco, tampoco. Sánchez está ocupado en el teatro y en controlar el partido. Dígaselo a Lobato, a Tudanca o a Espadas que han recibido una patada en el culo   – por su propia voluntad- para poner a sanchistas de acreditado prestigio en su puesto.  Sánchez, al que he puesto por las nubes como político maquiavélico y modelo de cesarismo, no me ha llamado para nada. Será por la edad. Mecagoentoloquesemenea.

Ahora me entero de otra pelea subterránea, directamente abierta. La señora Yolanda, que a mi me gustaba y ahora está cayendo en picado, quiere reducir la jornada laboral sin reducir el sueldo. Claro el empresario se opone porque, aunque exhiba argumentos como que trabajando menos se genera menos contaminación y se colabora a paliar el cambio climático, dicen los dueños de las empresas que cómo van a pagar si no se produce. El ministro Cuerpo, he oído a alguna señora suspirar en el Bar Granada  cuando sale en la tele mientras el traidor – amnistiado – y yo damos cuenta del pincho de tortilla, el ministro Cuerpo se opone frontalmente que para eso es el jefe de la economía por aquel viejo axioma de que para cobrar hay que trabajar – salvo cuentistas, sindicalistas de las gambas, apesebrados, asesores pelotas, jubilados menesterosos, curas, sacristanes y obispos-. Estoy con Cuerpo. Si montas una empresa no es para tener una oenegé que pague por las buenas sino para ganar dinero. Si alguien sabe de un empresario que la monte para perder que me lo diga y borro todo lo escrito.  Ahí tenemos ya el pitote liado porque Yolanda  – de Sumar-  y Cuerpo entran en conflicto y el gobierno de coalición chirría. Chirría pero no se cae, tranquilos, que estos protestan y tal, pero no  se van porque tienen a mucha gente colocada que les saltaría al cuello.

Me parto viendo telediarios. Sale otra puesta en Aragón digitalmente y dice: el gobierno no está para defender delincuentes sino para perseguirlos o algo así que no tengo la cita textual porque me entró la risa al oírlo. Si tuviera dinero me acercaría  a Waterloo a ver a Puigdemont, que es el que ha hecho que me retire de Sánchez al que admiraba por su capacidad de lucha. Un delincuente condenado que se beneficia de una ley hecha expresamente para él y por lo tanto injusta porque las leyes deben buscar el bien común y no el beneficio particular. No cito otros casos flagrantes porque rápidamente viene el De Manuel y me llama facha cuando nunca he militado ni he votado a un partido de derechas y empecé a votar cuando la Ley de Suárez  de diciembre del 76, que esa si se produjo para el bien de todos.

Sánchez tiene razón en una cosa: el fascismo puede volver, pero eso no se arregla con “franquicuentos” a destiempo. Miren Trump. Ahora quiere anexionarse Cánada, Groenlandia y el canal de Panamá. Señor llévame pronto antes de que tenga que aguantar el desastre de Muface

Manuel Aviles, escritor y director de prisiones jubilado, columnista de h50 Digital

 

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