Son las 22 horas del día 23 de junio pasado, el indicativo Z-113 del distrito de Carabanchel en Madrid, recibe una llamada de su Sala 091. Al parecer en el Pinar de San José una mujer se hallaba colgada de un árbol. Pusieron “pirulos” y tardaron en llegar menos que yo en escribir este artículo. La mujer era solicitante de asilo y estaba embarazada, se salvó gracias a la acción policial. Fue descolgada y los actuantes realizaron primeros auxilios básicos…salvaron su vida.
El 24 de junio por la tarde el mismo Z-113 junto al indicativo de paisano Charly-22, del mismo distrito anterior, reciben llamada de otro aviso de suicidio. En este caso un varón en la calle Pinzón. Tuvieron que derribar la puerta para encontrase con la víctima, moribunda, con dos bridas al cuello, tirada en la cama. Cortaron las bridas con una “navajilla especial de patrullero” que siempre llevan “por si acaso”. El hombre presentaba un corte en el cuello, sangraba de forma abundante, consiguen estabilizarlo.
Un día más tarde, en el mismo distrito, pero esta vez el indicativo Z-110, junto a Z-112 reciben llamada de sala, al parecer un varón agredía de forma muy violenta a una mujer, Los comisionan a la calle Javiru, al llegar al lugar, a través de la puerta escuchan quejidos agónicos. Logran entrar y se encuentran a un varón encima de una mujer, literalmente la estaba estrangulando. El autor es reducido y detenido. Es un piso con habitaciones alquiladas, el agresor era conocido por su violencia, tanta que la llamada de socorro se hizo desde el móvil de la mujer de uno de los moradores, avisada por este mediante mensajería, y que en ese momento se hallaba fuera.
Consiguieron llegar a tiempo una vez más, no será la última. Esta es la rutina de un zeta. Esos policías anónimos que siempre llegan, que siempre están.