Artículo de Odracir Zagam.
REDADA EN EL GARITO MÁS CUTRE DE LA CIUDAD
Hace poco volví al garito más cutre y resbaladizo de la ciudad, sacándole partido a un viaje sin prisa. Regreso a él siempre que estoy por allí. Confieso que tengo una extraña querencia hacia la literatura tabernaria y las historias aún por escribir.
Entré decidido en el local y me senté al fondo. Pedí una Mahou y una hamburguesa de pollo, después de sacar el cuaderno de notas. El bareto estaba lleno. Eché un vistazo de soslayo. La clientela era la misma: tipos mal encarados, buscavidas, soplones, carteristas, camellos, proxenetas, alcahuetas, truhanes, golfos, trileros, busconas, chulos, yonkis, proscritos, rateros, hampones, trotamundos y otros especímenes portuarios de tierras adentro. Reflexioné sobre el hecho de que las penurias de la gente hacen que no separes los pies del suelo.
A punto del último trago, dos patrullas de la Nacional aparcaron enfrente. ¡Desbandada por la puerta trasera! Los que decidieron quedarse sacaron el DNI automáticamente. Yo puse el mío encima de la mesa, por si acaso. En el paseíllo triunfal, el poli que lucía más dorados en la hombrera me guiñó el ojo sin detenerse. Aún conservo la duda. No es bueno vivir sin dudas.
Por Odracir Zagam, para h50 Digital Policial