Día tras día ocurría lo mismo. Pedro sacaba a pasear a su perro y, después de caminar unos minutos, lo dejaba suelto en una pequeña plaza con bancos, donde la gente mayor suele ir a sentarse a hablar con unos y otros mientras toman el sol.
El perro, pese a ser grande, de unos 55 kilos, era bonachón y tranquilo, siempre atento a las órdenes de su amo, que cumplía a rajatabla.
Ese día fue especial. Como cada mañana, Pedro salió con su perro y después de caminar llegó a la plaza, donde lo desató. Este hizo sus necesidades y comenzó a dar vueltas por el lugar, olfateando todo cuanto le rodeaba, tal y como hacía cada día.
Pero quiso el destino que un gato apareciera de improviso en la plaza. El perro vio al felino y se lanzó tras él, sin hacer caso a las órdenes de su dueño para que parase y dejara de perseguirlo. Ambos animales corrieron y salieron de la plaza, con tan mala fortuna que en ese instante un coche circulaba en su dirección.
El conductor del automóvil dio un volantazo y pudo sortear al gato, pero no así al perro, al que atropelló e hirió con fatal y rápido desenlace, empotrándose acto seguido contra el escaparate de una tienda. Tanto la propietaria del negocio como él mismo resultaron heridos.
El dueño del perro fue juzgado y condenado a sufragar todos los gastos ocasionados por su perro, que fueron cuantiosos, y hubo de pagar con el embargo de sus bienes. Aunque lo que más sufrió el propietario fue la pérdida de la vida de su perro por haberlo dejado suelto en un lugar no acondicionado para tal fin.
Mucha gente, con desconocimiento o con conocimiento (pero sin pensar que algo así le vaya a suceder), tiene la costumbre de llevar suelto a su perro cada vez que sale a pasear; o de dejarlo libre en parques y plazas, sin ser consciente del riesgo de que este pueda morder a algún viandante o provocar algún percance. Es también habitual ver a personas sacando a pasear a su perro mientras caminan con los ojos puestos sobre la pantalla del móvil, sin prestar la debida atención al animal.
Capítulo aparte es el caso de quienes dejan salir a sus gatos de casa, despreocupándose del hecho de que con ello su mascota pueda causar un accidente al cruzar una carretera e incluso ser víctima de un atropello.
Para estos casos, el artículo 1905 del Código Civil hace referencia a la responsabilidad civil de los propietarios de los animales y es muy claro al respecto, nos dice que: “El poseedor de un animal, o el que se sirve de él, es responsable de los perjuicios que causare, aunque se le escape o extravíe. Sólo cesará esta responsabilidad en el caso de que el daño proviniera de fuerza mayor o de culpa del que lo hubiese sufrido.”
Como propietarios de un animal debemos conocer y respetar la normativa vigente y acatar gestos tan simples como llevar atado a nuestro perro en todo momento, o evitar su acceso a áreas que puedan entrañar un peligro potencial. En la mayor parte de las ocasiones, acogerse al sentido común es una forma de evitar cualquier tipo de problema con nuestra mascota.
Para quien desee acompañar la lectura de este articulo con la música que sonaba de fondo mientras lo escribía, os dejo a continuación el enlace.
Es muy importante saber nuestra responsabilidad a lo que se refiere a mascotas y las consecuencias, porque creo que muchos no lo saben o no son conscientes de ello
Cuanta razón, Fran. Lo mejor es soltarlo en las poquísimas zonas habilitadas para ello. Que a su vez deberían se modificadas, ya que a veces de un salto las pueden sortear están llenas de barro cuando llueve y llena de agujeros deescarbar los perretes, y hacen que parezcan lagunas.
Y siempre tener su seguro de responsabilidad civil. Te dá mucha seguridad y te ahorra disgustos que puedan suceder.
El tema musical💯 se mascaba la tragedia.!!!🤘🏾