Que España madure es mi deseo para este 2025

Comparte ese artículo

Leopoldo Bernabeu*

Aunque es un deseo más espiritual que real, mi propuesta para este año que ahora comienza es que no nos vuelvan a engañar como lo han hecho hasta hoy. Al menos no con tanta facilidad, con tanta comodidad ni tanta benevolencia por nuestra parte. Soy muy consciente que no es más que un sueño de esos que inaugura un curso y se desvanece con la misma celeridad con la que transcurre el mismísimo tiempo, como el dejar de fumar, aprender inglés o apuntarse a un gimnasio. Por cierto, a mí no me ha hecho falta esto último para perder 26 kilos en seis meses. La clave, que también sirve para todo lo anterior, incluido el motivo aún no desvelado del porqué de esta opinión, se llama interés real. No hace falta que sea 1 de enero.

Interés real por no dejarnos engañar como chinos, nunca mejor dicho, como han hecho con nosotros esos etéreos que controlan el mundo, poniéndonos a prueba con aquella mentira llamada Covid, ahora desvelada y acreditada, y que sirvió, ese era su único fin, para demostrarse a sí mismos, hasta qué punto era moldeable y controlable el planeta en su conjunto. Un informe recientemente publicado en los EEUU, fruto de tres años de pesquisas y decenas de interrogatorios, ha demostrado que nunca hubo base científica en todo cuanto se argumentó sobre el manoseado Covid, que las mascarillas que se nos impuso bajo todo tipo de amenazas no sirvieron absolutamente para nada, y que el confinamiento no fue más que una grandísima prueba de laboratorio, cuyo resultado fue brillante para quienes lo idearon. El mundo era mucho más dócil de lo que esos mismos imaginaban.

El virus fue artificial y salió de unos laboratorios chinos, las medidas de aislamiento nunca sirvieron para frenar su expansión, las vacunas no fueron eficaces y sólo la inmunidad natural de la población fue la que disminuyó los contagios. Esas son las principales claves del refutado estudio. Un servidor todavía recuerda todo lo que se nos dijo a quienes decidimos no inocularnos esos venenos que tantas o más vidas se han llevado y se siguen llevando por delante, muchas más que el propio virus, nunca peor que cualquier gripe y, repito, inventado de manera artificial.

¿Y porqué digo esto el primer día del año? Dos son los motivos que quiero destacar, aunque podría haber más. El primero es porque estoy completamente seguro que usted no sabía nada de este informe, publicado a primeros de diciembre con más de 500 páginas y del que casi nada se ha dicho y escrito. Por lo que ahora es usted el que tiene que preguntarse el motivo de tanto silencio y extraer sus propias conclusiones. La mía es que no interesa en absoluto que se expanda el mensaje de que nos utilizaron a todos como ratones de laboratorio.

El segundo lo he dejado entrever al inicio de mi columna: es mi deseo para este 2025 que maduremos como colectivo, que dejemos de mirarnos el ombligo y nos involucremos más en cuanto sucede a nuestro alrededor. La cultura y la educación son los pilares fundamentales para que no nos tomen el pelo con tanta tranquilidad. Aprovecho la magnífica ocasión para recordar que el Covid sirvió a otros para entender con celeridad que se puede engañar a todo un país cuanto se quiera sin que este reaccione. Es más, hay quien encima de todo lo dicho, hizo grandes negocios que, a día de hoy, parece ser que podrían terminar costándoles su cargo y ojalá unos cuantos años de cárcel. Ese sería el primer rayo de luz en este año que ahora comienza que me abriría los ojos ante tanta oscuridad.

Leopoldo Bernabeu

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

error: Contenido protegido por derechos de autor c) 2021 h50. Está expresamente prohibida la redistribución y la redifusión de este contenido sin su previo y expreso consentimiento.