Artículo 179 del Código Penal; Cuando la agresión sexual consista en acceso carnal por vía vaginal, anal o bucal, o introducción de miembros corporales u objetos por alguna de las dos primeras vías, el responsable se castigará como reo de violación con la pena de prisión de seis a 12 años.
Una violación es un ataque directo al sentimiento de seguridad de una persona, es una de las peores “experiencias” que se pueden sufrir en la vida y que hacen que todo cambie. Donde se ve atacada una de las esferas más íntimas de la persona, la sexualidad, independientemente del grado de violencia.
La violación puede vivirse de manera brusca o continuada y genera muchísimo terror y miedo por sufrir un grave daño físico o incluso la muerte. Además, produce sensaciones de desesperanza, impotencia e indefensión en cuanto a la incapacidad para escaparse o evitar la agresión.
La situación emocional que vive una víctima de violación es de tanta vulnerabilidad que las capacidades psicológicas que normalmente se tienen para afrontar situaciones difíciles quedan totalmente incapacitadas, tanto en las bruscas o continuadas, haciendo referencia a esta última, como que el agresor suele ser de plena confianza, y por ello, todavía el miedo, la inseguridad, y el rechazo a delatar a la persona que tiene que protegerte y amarte, marido, padre, hermano… sea el autor de un delito que suele perdurar en el tiempo, hasta que se denuncia, o simplemente se ocultará toda la vida. En muchos casos es sabido que nunca se interpondrá denuncia y que la víctima lidiará con los hechos con las propias herramientas de su ser. Muchos estudios psicológicos han habido sobre este delito, en el que las enfermedades mentales, el alcoholismo y la drogadicción, han sido la válvula de escape para el olvido.
Son muchas las consecuencias psicológicas que el trauma por violación deja en la víctima de manera inmediata e incluso persistiendo a lo largo del tiempo.
El hecho de haber sido víctima de violación es algo que nunca se olvidará, que se recordará en el día a día, y siempre habrá una evocación a lo ocurrido, sin que haya un tiempo en el que los hechos se olviden. Las víctimas se vuelven temerosas a que les suceda lo mismo, incluso estando en la llamada “zona de confort”.
Pero ¿qué sucede con el autor del delito? ¿cuándo decide cometer su primer acto? ¿desencadenantes?
La mente del violador, uno de los reinos más oscuros de la sexualidad humana, se ha estudiado en diversos estudios científicos que centran sus investigaciones sobre las fuerzas psicológicas que impulsan la violencia sexual. Los nuevos hallazgos sugieren que; hay muchos tipos de violadores.
Sin embargo, la escasez de recursos y formación dentro del sistema de justicia penal continúa impidiendo la lucha contra la violencia sexual. El desafío de “hacer la sociedad más segura” no sólo incluye la necesidad de recursos, estudios y patrones, sino que también requiere un entendimiento amplio de los delitos y tipos de víctimas. Este conocimiento puede usarse para diseñar tipologías de delitos, o sistemas de clasificación, que informarán de las decisiones sobre la investigación, sentencia, tratamiento y supervisión.
Bajo mi punto de vista y tras una larga experiencia en el campo de delitos sexuales no hay un perfil único, psicópatas o sociópatas, reincidentes o causales. Víctimas conocidas por el autor y desconocidas escogidas al libre albedrío. Las cuales sin recursos económicos tendrán poca o nula ayuda psicológica, además de ser doblemente victimizadas por una sociedad que a día de hoy sigue pensando que la ropa no era la adecuada, no debía de ir sola, o mil excusas más, hechos que la obligan en innumerables ocasiones a boicotear los pensamientos de una culpabilidad de haber sido víctima o provocar el hecho causado.
Eso sí, todos los delincuentes sexuales tienen un denominador común, la degradación, humillación y sobre todo el poder sobre la víctima, a la cual se la veja de las peores de las maneras, siendo la gran mayoría las que acceden a las peticiones del violador, sin oponer ninguna resistencia ni verba ni física.
Los autores esporádicos no tienen patrones significativos, de modus operandi, puede ser la ocasión de haber conocido a una víctima y en el transcurso, obligara mantener relaciones sexuales.
El no es no. Tiene alguna discusión según el observador. ¿Cuándo se debe pronunciar esta palabra de dos letras? Antes, durante o después. ¿este tipo de delincuente debería tener la misma condena? El no es no, ha creado demasiada polémica tanto en el Congreso como en la calle. Circunstancias en las que no deberíamos entrar y tener unas leyes claras.
¿Cuándo una víctima es intimidada? Esa es la cuestión, en la gran mayoría de las ocasiones, estas no oponen ninguna resistencia, ni verbal ni física ¿cómo puede ser? Se llama miedo, uno que te paraliza y realizas lo que el delincuente te ordena. Ese pánico que padece la víctima en un mínimo intervalo en un abrir y cerrar de ojos de la persona que, al interceptarse en la tranquilidad de un instante, le impone el instinto de supervivencia.
Luego está el habitual, aquel que busca una zona de confort para cometer el delito, se encuentra cómodo en el lugar y ha estudiado la zona de huida. La primera vez puede ser un poco más torpe, no llegar a consumar el acto como tal, sin embargo, después se irá alejando del entorno que le produce tranquilidad y abarcará más campo y poder acceder a otros lugares, por supuesto siempre los habrá estudiado con anterioridad. Sus víctimas suelen ser con características físicas similares y el modus operandi de cada uno de los actos que cometa será el mismo.
Mis reflexiones; ¿están las penas acordes al delito? ¿por qué la víctima oculta haber sido víctima?
Son dos preguntas que dejo en el aire a ti querido lector, mi respuesta es que la pena no está de acorde al delito, siendo esta escasa, dada la gravedad del hecho. Además, en raras ocasiones cuando la víctima quiere defender su cuerpo y se niega a realizar la degradación a la que va a someterse, suele ocurrir, en pocas ocasiones el autor, huye. Y en la gran mayoría, se produce una agresión física o incluso la muerte.
En la segunda pregunta; la víctima no cuenta lo acaecido por vergüenza, como he expuesto con anterioridad es victimizada por una sociedad que en ocasiones le echa la culpa de los acontecimientos a los que se ha sometido. Aquí, estamos fallando como individuos, siendo incoherentes con estos actos, si te roban un bolso, o has sido víctima de un atraco, no importa como ni cuando haya ocurrido, sin embargo, en una violación, se pone en duda lo primero a la víctima.
Somos crueles con estas personas que han sido humilladas y vejadas, ofreciendo al delincuente; hasta que no se demuestre lo contrario, es inocente.
Autora: Yolanda Trancho Escritora