Una mujer, Rosa envenena a su marido, Clemente, y luego se suicida. Así es la crónica de un trágico suceso que conocíamos recién comenzado 2023 en el que la asesina, tras supuestamente acabar con la vida de su marido en su casa de Fuenlabrada lo mató con un cóctel de fármacos.

Analizando este caso se puede concluir que nos encontramos ante un crimen premeditado y cruel con empleo de lejía, amoniaco y substancias tóxicas. Un episodio sobre el que medios y criminólogos han llegado a aludir al suicidio ampliado por “compasión” lo que considero que es una palabra gratuita y sólidamente discutible.

A veces, se trata de una obsesión hacia la pareja, de considerarlo algo suyo. Un “si yo me voy te vienes conmigo porque tú ya no podrás estar con nadie”. Es egoísmo en estado puro y se evidencia que de la obsesión a la psicopatía hay una línea muy fina. Un perfil de persona depresiva se hace daño a si mismo pero no al otro. Un psicótico no es consciente de su conducta y las alucinaciones o paranoias las ve porque las ve reales.

El hecho de haber dejado una carta afirmando lo deja todo y se lleva a su marido no es más que un acto premeditado. Cuando Clemente se iba a jubilar y a sus 64 años le quedaba mucho por vivir. Hay que tener en cuenta que lo de tomar un tratamiento no es garantía de estar bien debido a efectos secundarios paradójicos y a las diferencias individuales. Si se suman varios antidepresivos o ansiolíticos un problema trivial debe vigilarse ya que puede desembocar en algo más grave.

“Te querré mientras viva la más allá de la muerte”, así fue como dice la canción. Nadie está adosado a nadie y es un ser libre y si sucede es la mayor de las desgracias.

Autora: Pilar Enjamio Furelos, psicóloga