El caso de Samuel, al que unos criminales quitaron la vida sin posibilidad de defenderse, nos ha mostrado lo atrevido de la ignorancia de una sociedad con sus cábalas y juicios a priori usando la vida y muerte de una persona con fines políticos. También una bandera de una opción sexual cuando todos deberíamos tener una sola, la del respeto y humanidad.
El prejuicio crea perjuicio o mal a la víctima y a la familia que se sienten cosificados y hay que decir: ¡BASTA YA!. Solo la Policía tiene el poder, la aptitud y capacidad de guardar silencio mientras investiga la raíz, el origen, de la conducta criminal. El cuándo y el motivo o no motivo de como sucedió todo.
Samuel, sanitario, solidario, acaso estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado. Nada bueno se puede esperar de jóvenes en cuyo diccionario está en término violencia y usan medios para ejercerla como porras y pistolas Taser. El violento es un ser enormemente acomplejado y cobarde en solitario. La fuerza, el hecho de envalentonarse, la adquiere en presencia de su grupo, no en solitario. Hablamos de esa fuerza criminal en presencia de su pandilla.
No existe comunicación sino agresividad llevada al límite. El mismo límite extremó que dejó a la familia y amigos de Samuel en el shock y dolor más cruel, injustificable, inentendible.
Las afirmaciones gratuitas en redes sociales hacen más daño a una pérdida ya de por sí irreparable. Necesitamos a nuestras Fuerzas de Seguridad como partes esenciales de la investigación, pero también como elementos de prevención. El que se ubiquen o estén cerca de lugares nocturnos puede hacer que por un segundo sean salvadores de una vida inocente y estos salvajes acaben detenidos y puestos a disposición judicial. Sin embargo, el magnificar una acción simple como realizar una video llamada y creer se les está grabando y por ello matar (si es así como una de las opciones se plantean) nos hace ver que estamos ante una situación alarmante y de preocupante desprotección en nuestra sociedad.
La suma de varias actitudes violentas cometidas por varios individuos a la vez, dejan en la desorientación y desprotección más absoluta a la víctima con la imposibilidad de defenderse. Golpes, patadas y en el lugar más sensible y mortal como el cráneo y el cerebro no tienen ni pueden tener sentido ni justificación alguna, es algo IMPERDONABLE.
Su familia tiene la fuerza de la fe cristiana y el orgullo de compartir su vida con un ser extraordinario, un ser humano con rasgos y personalidad propia, digno de amar por ser simplemente como era, una buena persona. JUSTICIA
Autora: Pilar Enjamio Furelos | Psicóloga, escritora y colaboradora en medios de comunicación