No podemos olvidar la adolescencia, esa época de pulsiones y rebeldía. Un terreno abonado para las malas compañías con el riesgo de caer en el abismo de la adicción a sustancias como el alcohol o las drogas.
Un riesgo que corren los jóvenes con la consecuente deriva en agresividad y psicopatías, tanto con el exceso como con la abstinencia.
Entre los 15 y los 17 años se tiende a crear la idea de “vivir la vida fácil” y desaparece la empatía con el otro porque ciertos perfiles viven por y para ellos generando la tendencia a comisión de ilícitos penales sino también agresiones con pérdidas vitales.
Especial mención a quienes creen que los realities son el fin de su vida y la obsesión por la ficción televisiva a pesar de ver reflejados a perfiles sin un mínimo de estudios y una mínima cultura. Destruyendo ese valor tan importante como es la privacidad retransmitiendo la vida en directo y transformándola en un show.
Luego con el fracaso llegan los “juguetes rotos” y las patologías mentales, a veces no recuperables.
La vida es lo real, no lo ficticio, y un conjunto de demasiadas cosas bellas. Respecto a la adicción por las redes sociales recordemos que comunicar es importante pero hay vías mejores. El contacto con el otro, con el de tienes a tu lado, disfrutar de las relaciones que dan vida, amor y luz a la cuestiones más simples. También a infinidad de temas culturales y profesiones que formarán una vida saludable.
En conclusión: Educacion y motivación. Esas palabras claves y cuando sea necesario la intervención policial cuyos profesionales tantas vidas salvan sacrificando su vida a diario por la de los demás.