Cuando creamos este periódico no teníamos otro afán que dar a conocer el mundo policial, prisiones, FFAA…. a la ciudadanía. Profesionales que dedican su vida al servicio ciudadano, pero detrás de cada uno de ellos, de cada uniforme, existe una persona con sus aficiones, familia… hoy os contamos un caso que nos ha sorprendido, pese a su modestia cuando nos escribió la carta que a continuación publicamos, viendo sus fotos no tememos duda alguna, nuestro compañero es “un artista de la madera”.
De patrullero a aprendiz de carpintero autodidacta:
Una de las tareas más difíciles en la profesión policial es el desconectar de la miseria que se ve día a día en las calles de las ciudades… injusticias, delitos, dolor, y un largo etcétera que si no tuviésemos una válvula de escape difícilmente nos harían conciliar el sueño.
Pues bien, este es mi caso y mi forma de abstraerme de la cruel realidad.
Mi destino, GOR de noche en una localidad madrileña, acabo el turno y sin dormir me encamino como un sonámbulo hasta la estación de cercanías, una hora y pico más tarde llego a la estación de autobuses de la capital y hago tiempo removiendo un café y dando unos paseos por el vestíbulo para esquivar el sueño… finalmente subo en el bus y abrazo a morfeo hasta llegar a Lugo.
Al despertar y bien desayunado, lo primero que hago es enfundarme mi ropa de aldea y entrar en mi templo. Un pequeño taller rodeado de naturaleza y animales que poco a poco he ido montando, allí doy rienda suelta a mi creatividad, las técnicas para los expertos en la materia no serán las más puras, pero para ser un aprendiz de carpintero autodidacta, no están mal.
Así es como nació mi pequeño proyecto de Enxebre.
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