Dime papá, ahora que nadie nos molesta en la soledad del cementerio, dime si mereció la pena sacrificar toda tu vida por ese uniforme
No paro de darle vueltas y no logro comprender por qué te hiciste guardia civil. Sabías a lo que te tenías que enfrentar, pues tu padre también fue guardia. Sabías que tendrías que vivir lejos del hogar que te vio crecer, ocultando siempre lo que eras para que no te asesinaran.
Sólo por vestir ese uniforme eras un objetivo de la banda terrorista ETA, estabas en el punto de mira y en cualquier momento podrían ir a por ti o por tu familia. Y por si eso fuera poco, te mandaron al País Vasco.
Te inventaste una historia sobre tu vida, la cual la abuela y yo nos tuvimos que aprender para que cada vez que alguien preguntara qué hacíamos allí, no hubiese ningún fallo o contradicción que nos pudiera delatar y marcar como objetivo de ETA.
Uniformes tendidos dentro de casa, cambio de trayectos para ir al trabajo, mirar los bajos del coche… no lo entiendo. ¿Por qué elegir esa vida?
¿Quién en su sano juicio podría querer esa vida para él y para su familia? Vivir con miedo, con la inseguridad y con la incertidumbre de saber si ese día sería el último de tu vida.
Una vez en tu trabajo, la cosa no iba a mejor. Insultos, amenazas, cócteles molotov, gritos, desprecios y las llamadas trampa para mataros.
Recuerdo como contabas que ataban cables finos de acero de un lado a otro de la carretera cuando sabían que ibais a pasar con las motos, o como os llamaban para acudir a una emergencia y os tendían una encerrona para lanzaros todo tipo de objetos.
También recuerdo como entrabas en casa llorando tras haber enterrado a algún compañero, o cómo mamá se estremecía cada vez que sonaba el teléfono, pensando que te podría haber pasado algo.
Y finalmente llegó el temido día. Recuerdo que ese día te retrasaste a la hora de volver y al poner la televisión, vimos que se había cometido un atentado. Los etarras habían ametrallado dos vehículos y tú ibas en uno de ellos.
Días muy duros nos aguardaban a mamá y a mí. No paraba de rondarme una pregunta por la cabeza. Papá ¿Qué es la Guardia Civil para ti? ¿Qué significaba para ti ser Guardia Civil, que hizo que lo sacrificaras todo?
Nunca recibí respuesta tuya, pero en el fondo sabía la contestación.
Ahora, con la cabeza alta, mirada recta y sacando pecho me encuentro en formación mirando como la bandera de España ondea al viento, mientras en mi cabeza retumban las palabras que marcarán toda mi vida, tal y como lo hizo con mi padre.
«¡Guardias civiles!, ¿Juráis o prometéis por vuestra conciencia y honor cumplir fielmente vuestras obligaciones, guardar y hacer guardar la Constitución como norma fundamental del Estado, obedecer y respetar al Rey y a vuestros jefes, no abandonarlos nunca y, si preciso fuere, entregar vuestra vida en defensa de España?».
Ahora lo entiendo todo papá. Gracias por ser mi modelo y guía.
Por personas como el padre de este guardia tenemos la libertad que tenemos, DEP.