El terrorista de Nueva Zelanda, identificado como Breton Harrison Tarrant australiano de 28 años, autor de la matanza de 49 personas, en la que también resultaron heridas de bala otras tantas, incluidos niños, fue puesto a disposición judicial, pero su acto de terror perdurará más de lo deseado.
El terror mediático, la difusión, es un rasgo característico del terrorismo actual.
Buscan retransmitir su matanza, su fanatismo.
Es un paso más a los videos que suelen anteceder al acto terrorista y que la policía encuentra en los posteriores registros domiciliarios o son enviados “casualmente” y difundidos en algún medio.
La publicidad es un elemento esencial del terrorismo moderno, sin ella sus acciones carecen de sentido.
No es sólo la que consiguen en los medios, con la repercusión de su noticia, sino la que ellos generan con sus grabaciones.
Es una forma de potenciar su acción, de convertirse en “héroes” y conseguir más fanáticos para su causa.
Mohamed Merah y Mehdi Menmouche en 2012 y 2014 también llevaron una cámara similar a la del terrorista de Nueva Zelanda.
En Paris, el desgraciadamente conocido Coulibaly grabo su atrocidad, las autoridades evitaron se difundiera.
El terrorismo yihadista ha alcanzado cuotas de publicidad inimaginables gracias a esos videos cuidadosamente realizados y difundidos.
Todo está calculado al detalle, buscando repercusión, buscando publicidad, la muerte de inocentes al servicio de ese objetivo.
Ahora el terrorista de Christchurch, Nueva Zelanda, va un paso más allá consigue la estética del videojuego.
La cámara va anclada de tal forma que consigue ese efecto, vemos el movimiento del fusil, como si fuera un juego.
El atractivo para adolescentes es tremendo, similar a su forma de pasar el tiempo de ocio frente a una pantalla.
Publicidad con la muerte de inocentes. Auguramos que en breve veremos un juego similar, la publicidad no tiene ética…. al tiempo.