Por Jack D. Miller*
La conveniencia de que los agentes de policía y los militares mantengan relaciones sentimentales dentro de las comisarías o de otras dependencias oficiales es un tema que despierta un amplio debate, tanto dentro de las fuerzas de seguridad y las FFAA como en la opinión pública en general.
Las estadísticas son evidentes y están ahí para consultarlas: el setenta por ciento de las mujeres que visten uniforme de las FFCCS y de las FFAA se emparejan normalmente con otros miembros de esos cuerpos o de otros similares.
Veamos, pues, las ventajas y, si las hubiera, desventajas sobre este tema, y cómo se pueden gestionar estas relaciones que inevitablemente surgen, para evitar posibles problemas.
1.- Impacto en la profesionalidad y la ética
Uno de los principales argumentos en contra de permitir o tolerar relaciones sentimentales en las comisarías, dependencias oficiales y cuarteles castrenses es el potencial impacto negativo en la profesionalidad y la ética. Los cuerpos de seguridad y FFAA se rigen por un estricto código de conducta que demanda imparcialidad, objetividad y un alto grado de profesionalismo en todas las interacciones, tanto con el público como entre compañeros. Las relaciones románticas entre agentes pueden poner en riesgo estos principios, ya que existe la posibilidad de favoritismo o, por el contrario, de discriminación hacia otros funcionarios que no forman parte de la relación.
La percepción de parcialidad o favoritismo puede minar la moral del equipo y generar tensiones entre los colegas. Esto es especialmente problemático en un entorno donde la cooperación y la confianza mutua son esenciales para el éxito de las operaciones policiales o militares. Si los agentes perciben que una pareja dentro de la comisaría o el cuartel se beneficia de su relación en detrimento de otros, esto podría llevar a la desconfianza, el resentimiento y, en última instancia, a un ambiente de trabajo tóxico.
2.- Dinámicas de poder y relaciones desiguales
Otro aspecto crítico es la dinámica de poder que puede surgir en estas relaciones sentimentales, especialmente si una de las personas involucradas ocupa una posición de mayor rango o autoridad. Hay que tener en cuenta que estamos hablando de organismos jerarquizados. En estos casos, la relación puede verse afectada por un desequilibrio de poder que podría llevar a situaciones de abuso, coacción o manipulación, lo cual es claramente inaceptable en cualquier entorno de trabajo, pero especialmente en uno tan delicado como las fuerzas policiales o la milicia.
Además, cuando las relaciones de poder están involucradas, incluso si no hay una explotación directa, la percepción de que esa persona está recibiendo un trato preferencial por su relación con un superior puede ser dañina. Esta percepción socava la autoridad del mando, crea un ambiente de trabajo hostil, y afecta negativamente la cohesión del equipo. Por ello, muchas instituciones uniformadas y jerarquizadas tienen políticas contra las relaciones entre superiores y subordinados, que no siempre se cumplen, como es evidente si tiramos de estadística.
3.- El estrés y la presión del entorno
Trabajar en los cuerpos policiales es, por naturaleza, una profesión estresante. Los agentes están constantemente expuestos a situaciones peligrosas, emocionales y, a menudo, traumáticas. En este contexto, es natural que los lazos entre compañeros se fortalezcan, lo que puede derivar en relaciones sentimentales. Es una actitud muy lógica. Algunos argumentan que estos vínculos pueden ser beneficiosos, ya que contar con el apoyo emocional de una pareja que entiende las presiones únicas del trabajo policial puede ayudar a mitigar el estrés y mejorar la salud mental.
Sin embargo, también es posible que estas relaciones añadan una capa adicional de estrés, especialmente si las cosas no van bien en la relación. Un conflicto personal entre dos agentes puede trasladarse al ámbito profesional, afectando la toma de decisiones y la cooperación en situaciones críticas. Además, la presión de mantener una relación privada en un entorno tan cercano como una comisaría o un cuartel puede ser agobiante.
4.- Ventajas potenciales de las relaciones sentimentales
Aunque los desafíos son significativos, también es importante reconocer que las relaciones sentimentales dentro de las comisarías y los cuarteles no son intrínsecamente negativas. Pueden ofrecer un apoyo emocional valioso en un entorno que, de otro modo, podría ser muy solitario y alienante. Las parejas que trabajan juntas en la misma dependencia pueden desarrollar un profundo entendimiento mutuo y una capacidad para trabajar en equipo que podría ser beneficiosa para la eficiencia operativa.
Cuando ambos miembros de una pareja comprenden las demandas y los desafíos del trabajo policial o militar, pueden ofrecer un apoyo emocional más efectivo que alguien que no esté familiarizado con este tipo de entorno. Esto puede traducirse en una mayor resiliencia emocional y una mejor capacidad para manejar el estrés relacionado con el trabajo.
5.- Políticas y regulaciones internas
Dado que las relaciones sentimentales son una realidad indiscutible en cualquier entorno laboral, hay algunos cuerpos policiales y también en el seno de las FFAA que han implementado políticas y regulaciones para gestionar las situaciones. Estas políticas varían, pero a menudo incluyen directrices sobre la divulgación de relaciones, la prohibición de éstas entre superiores y subordinados (y por supuesto la imposibilidad de mantener sexo consentido en el trabajo, aunque siempre hay algún caso muy excepcional y morboso de infracción de la regla), y la reasignación de roles para evitar conflictos de interés.
La clave para manejar las relaciones sentimentales en las corporaciones uniformadas radica en la transparencia y en el establecimiento de límites claros. Las políticas internas deben ser diseñadas para proteger tanto la integridad de la fuerza policial como el bienestar de los agentes involucrados en relaciones sentimentales indiscutibles por humanas. La divulgación temprana y voluntaria de la relación puede, como queda dicho, ayudar a mitigar posibles conflictos y garantizar que ambos agentes o militares puedan seguir desempeñando sus funciones de manera efectiva y ética.
6.- La necesidad de un enfoque personalizado adecuado
No todas las relaciones sentimentales en el lugar de trabajo son iguales y, por lo tanto, no deberían ser tratadas con un enfoque de “talla única”. Las circunstancias individuales, como la naturaleza de la relación, las personalidades involucradas y el impacto en el equipo, deben ser consideradas al abordar estos casos. A veces, la reasignación de uno de los miembros de la pareja a una diferente unidad o turno puede ser una solución viable que permite que la relación continúe sin interferir en las operaciones diarias.
7.- En resumen
La cuestión de si es conveniente que los agentes de policía y los miembros de las Fuerzas Armadas tengan relaciones sentimentales entre sí no tiene una respuesta sencilla. Existen argumentos válidos tanto a favor como en contra. Mientras que estas relaciones pueden ofrecer un apoyo emocional valioso en un entorno laboral exigente, también pueden dar lugar a conflictos de interés, problemas de ética y tensiones dentro del equipo. La clave está en implementar políticas que gestionen estos riesgos de manera efectiva, garantizando que la profesionalidad y la cohesión del equipo no se vean comprometidas, mientras se respeta la vida personal de los agentes. En última instancia, la mejor aproximación es la que equilibra la integridad con el respeto a las relaciones humanas que inevitablemente se desarrollan en cualquier entorno de trabajo. Nada de lo humano nos debe ser ajeno.
(*) Artículo de Jack D. Miller para h50 Digital Policial