Constituye un fraude de ley que unos presos condenados por sedición a penas que en algunos casos llegan a los trece años de prisión, ni siquiera cumpliendo la cuarta parte de las mismas, se les haya vuelto a conceder el tercer grado, un régimen de semilibertad, propuesto una vez más por las juntas de tratamiento de las cárceles catalanas, con la aprobación de la Consejería de Justicia de la Generalitat, pasándose por el arco del triunfo las resoluciones del Tribunal Supremo y sus advertencias a los órganos penitenciarios, cuando revocó los primeros tercer grados concedidos.
La salida de todos los presos golpistas es intencionadamente coincidente con la campaña electoral catalana cuyas elecciones serán el próximo 14 de febrero, prevaleciendo, desvergonzadamente el interés político por encima de “la protección y seguridad de los ciudadanos, que es un deber de la UE”, como ha dicho su comisaria de Salud, Stella Kyriakides.
Han salido de la cárcel por decisión del Gobierno catalán para hacer campaña a su favor. Su visibilidad les favorece sobremanera. Y, vaya si lo están consiguiendo. Mientras, estamos esperando, ya demasiado tiempo, a que la Fiscalía recurra inmediatamente dichos pronunciamientos, aunque todo parece indicar que esperará al resultado electoral. Demasiado tarde para velar por la legalidad vigente, cuando de “facto” todos sabemos que los sediciosos están disfrutando de dichos beneficios penitenciarios, dando mítines por todas partes.
Me temo que si se tratase de otro tipo de delincuentes, no se esperaría a la innecesaria notificación y la respuesta judicial no se haría esperar.
Estos delincuentes sediciosos que el 1 de octubre de 2017 pusieron en jaque al Estado, provocando una situación de máxima desestabilización y emergencia nacional, con su declaración de independencia, emulando a Maciá, Companys y otros anteriores, no sólo se están burlando del Estado de Derecho, sino que a la salida de la cárcel, con abrazos, besos y en algunos casos sin mascarilla, desafiaron al gobierno, políticos, jueces, fiscales y al conjunto de los españoles “NOS TIENEN MIEDO”, “LO VOLVEREMOS A HACER”, dijeron.Y
Estos golpistas, que siguen despreciando la legalidad y amenazando la unidad de España con un nuevo golpe de estado, son los mismos que la aprovechan de forma torticera en su propio beneficio, mientras Sánchez, que tiene el deber de cumplir y hacer cumplir la Constitución, reclamaba en Cataluña “pasar página del procés, sin revanchas ni cuentas pendientes”. Y, el vicepresidente Iglesias llega todavía más lejos cuando dice: “Es la mejor noticia para la democracia”. Será lo que él entiende por democracia, es decir, la alabanza a los que la quieren destruir, al no respetar la Norma Suprema en la que se ampara, la Constitución, aprobada abrumadoramente por todos los españoles, también catalanes.
Es ignominioso, rastrero y miserable que en una democracia se pueda consentir a unos sediciosos que se burlen de los principios en los que se apoya la libertad.
Los demócratas no tenemos miedo y seguiremos adelante, recordando que “el hombre más peligroso es aquel que tiene miedo”, como dijo Ludwig Börne.
En esta grave situación, no debe parecer extraño que el presidente de Ómnium, Jordi Cuixart, le haya dedicado a Otegi desde la prisión de Lledoners su libro “Lo Volveremos a hacer”. Aunque, Otegi está más que estar tranquilo comprobando que el gobierno paga su peaje acercando cada semana a cinco presos o concediéndoles el tercer grado.
Precisamente, el mismo día que se conmemoraba el asesinato de Gregorio Ordóñez, Interior hacía público el traslado de su ejecutor, su vil asesino, también de otros dos inocentes, Carasatorre, condenado a un total de 89 años de cárcel, ya en la cárcel de Cantabria, al lado del País Vasco, aunque la Audiencia Nacional haya dicho que las cartas de los etarras no constituyen verdaderos arrepentimientos.
¿Dónde ha quedado la Memoria, la Dignidad y la Justicia de las víctimas? Silenciada.
Incluso, vendrán tiempos peores con el traspaso de las competencias penitenciarias al País Vasco, otro peaje, como en su día se hizo con Cataluña y así nos va.
Pues bien, ahora, en plena campaña electoral catalana, pidiendo la amnistía, el desafío independentista tiene una recompensa extraordinaria, se ha conocido que a los golpistas se les perdonarán los años de cárcel que les quedan por cumplir, es decir, las tres cuartas partes de sus condenas, aplicándoles un indulto parcial, como ya anticipé hace meses, que también podría alcanzar a las penas de inhabilitación y así los mismos golpistas volverían a desafiar al orden constitucional desde sus poltronas políticas. Hay que corresponder a las ayudas políticas que prestan, dado que “una mano lava la otra y entrambas lavan la cara”, según decía Mateo Alemán. Una vacuna redentora aplicada a los que se saltan la vez, tantas veces como sea necesario. Un premio al golpe de Estado separatista en Cataluña, que no tardará en repetirse. Todo un desatino y una burla al Estado de Derecho.
Todo huele a tóxico, mientras nuestro país se desquebraja por algunas de sus coordenadas, pero el deseo de auténtica libertad y justicia siempre vence al miedo.
Autor: Manuel Novás Caamaño | Abogado