Nochebuena de amor, Navidad jubilosa … salvo para los imputados

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Manuel Avilés*

Parece que ha vuelto la ola de frío, tirito como un mono en Groenlandia. En el balneario, “el abuelerío”,  anda acobardado. Los vejestorios tememos al frío porque genera mortandades con tanta bronquitis y tanta neumonía, que andan  – andamos para no palmarla- todo el día con las bufandas, las bragas de la mili que ahora han generalizado los moteros y la friegas de alcohol de romero para las toses y los atascos de las vías altas,  dicen los galenos.

He cumplido mi tarea y he colaborado haciendo el río del Belén, perfecto, de papel de plata. Hasta le he puesto una señal de tráfico de dirección prohibida porque la abuela del flotador del unicornio, famosa por sus zambullidas en verano y estorbando en todos lados, está para que la quite de en medio la guardia civil. Es una mierda llegar a viejo porque todo son teclas, yo el primero, y se te va la olla y no te enteras. Esta abuela se ha empeñado en que, sin que esté aquí Juan el Bautista, se quiere bautizar en el río del Belén como si fuera el Jordán. Quiere zambullirse en el papel de plata.

He intentado que entre en razón. Abuela – le he dicho- yo he estado en Cisjordania, o sea en Palestina para que me entienda, y el río Jordán es una acequia pestilente y contaminada en la que no se puede bautizar nadie. Le echas esa agua a un niño en la cabeza y lo dejas calvo desde la infancia hasta la eternidad. Los judíos, que son muy suyos e imitan conductas de exterminio como las que sufrieron, lo fastidian desde las fuentes del Jordán, en el monte Hermon, que da al mar de Galilea o lago de Tiberiades,  donde dicen que tuvo lugar la Transfiguración, donde dicen que Jesús de Nazaret anduvo sobre las aguas en medio de una tormenta, otro mito… pero bueno.

Lo judíos, sequías aparte, administran el Jordán como les parece. Un río raquítico, aunque no lo administren y por eso el Mar Muerto, donde desemboca, baja medio metro cada año, tienen la zona machacada hasta que consigan echar a los palestinos de Cisjordania y llenarla de colonos suyos, que es una de las ocupaciones más impresentables que he contemplado. Bueno pues que la vieja del unicornio se quiere bautizar en el río del Belén y la vamos a tener. La del unicornio me tiene defendiendo mi obra magna, digna de un ingeniero de puentes y la vieja intentando joderme el arte que me ha salido del alma.

Como la rubia del Jaguar me ha dejado abandonado definitivamente, como he vuelto de aquel sitio frigorífico, de que los nietos me depreden y me jodan la paga extra y no tengo donde caerme muerto, me tengo que quedar en el balneario comiendo tortilla prefabricada de mercadona – que me encanta, más que la que hace la piscolabis del balneario- y nuggets de pollo del mismo supermercado, aderezados  con tinto de cartón y gaseosa apócrifa que dice llamarse la casera.  #mecagoentoloquesemenea. Mal porvenir navideño.

¿Dónde andará la rubia del Jaguar? Con su marido poniéndome los cuernos. Seguro, aunque yo  ya, inservible como estoy, no puedo ser objeto ni sujeto pasivo ni víctima – respetemos las figuras penales- de infidelidad.

Desguazado, deprimido, hundido en la miseria, leyendo a Albert Camus que se pregunta si el único problema filosófico es el suicidio, me llaman de la recepción. Ana, la veo como si se me apareciera el hada madrina. La alcaldesa de El Pedernoso me rescata. Buena chica, le ha entrado el sentimiento caritativo y ha querido sentar un pobre a su mesa. Es la primera vez que veo a un político moverse por altruismo. Una mujer excepcional. Me recoge en  coche   y parezco el marqués de Fierabrás, una figura quijotesca como no puede ser de otra forma en la tierra del QUIJOTE NEGRO E HISTÓRICO. Me alegro de su visita y de su caridad navideña. Voy a comer caliente en nochebuena sin necesidad de caerme de boca en el brasero. Aprovecho – la vida es una lucha por la supervivencia- para proponerle que   hagamos la portada del próximo libro, con un capítulo y algo más en El Pedernoso, ese sitio del que  Cervantes no quería acordarse, porque mi tatarabuelo las tuvo tiesas con él por culpa de su hermana Magdalena que era un poco floja de refajos.

¡Ayyy, señor!  Mañana tenemos trabajo en literatura. Hacer las fotografías para la portada de   “Los confesores reales” una obra coral del Taller que he dirigido en la Universidad de Alicante. La Iglesia ha sido y sigue intentando ser una maquina de poder, incluido el poder político y ha influido de manera determinante en las políticas del Estado a través de muchos mecanismos. Uno fundamental ha sido el que aún llaman, aunque esté en horas muy bajas, el sacramento de la confesión. De esto trata la novela que ya tiene en su mano la Editorial Samarcanda y que va a prologar nada menos que Juan Eslava Galán. No tratamos de reescribir la historia. Tampoco de descubrir América porque ya está descubierta. Pretendemos disfrutar con la literatura, escribir, blindar el alzheimer y la estupidez, seguir vivos y conscientes, alejados del borreguil seguidismo de líderes irracionales e interesados y de traidor@s veletas.

Me sube la alcaldesa en su coche impoluto, no como el que yo tenía que parecía  el coche de un recovero adánico, el coche de un trapero medieval. Pone la radio para distraer al vejestorio del balneario – yo- y por poco me da un infarto al escuchar la tertulia. Cuando  estudiaba Derecho, en un examen final de Penal, oral que es como tienen que ser los exámenes para valorar lo que sabe un alumno, me preguntaron el delito de revelación de secretos. De eso va la tertulia radiofónica que me pone los pelos como escarpias. Cuando yo estudiaba aun andaban los dinosaurios por la calle, pero la cosa no ha cambiado demasiado.

La radio cuenta que llevan un lío importante con el novio de Ayuso, ese por el que yo me cambiaría ahora mismo, aunque fuese para hacer el ridículo. Andan a vueltas las instituciones  del Estado con ese novio y en su quehacer celestinesco hay que incluir el descubrimiento y revelación de secretos. Total que el investigado más famoso es el fiscal general del Estado. Me entran los temblores de la muerte. El fiscal, que es garante de la legalidad, es aquí el investigado. Vamos a ver quién vigila a los vigilantes. El caso del novio no es del novio porque la víctima a cobrar es la novia, a ver si me aclaro con el juego de palabras.

La guardia civil investiga al fiscal general y su móvil, para ver si de él ha salido ese mensaje que descubre y revela secretos   – me van entrando sudores fríos conforme oigo la noticia- le incautan móviles y aparatos de estos que yo no entiendo una mierda. Buscan mensajes que evidencien ese descubrimiento de secretos. No hay ningún mensaje en esos aparatos que es lo que buscaba el instructor   – siguen mis sudores fríos-. ¿Es posible que en medio de una investigación del Supremo, la fiscalía borre por un protocolo  de seguridad los mensajes que pudiese haber en esos aparatos?  ¿Quién vigila a los vigilantes mecagoentoloquesemenea?

Manuel Avilés, escritor y director de prisiones jubilado, columnista de h50 Digital

No entiendo nada. La alcaldesa me lleva al hotel al que ha llegado ya la normativa de Marlaska. Me piden domicilio – está en mi DNI- me piden teléfono. ¿Y si no tengo? Me piden perdón por pedírmelo. Me piden distrito postal y correo electrónico. ¿ Y si no tengo o le doy uno inventado? ¿Le piden alguna documentación a los miles de inquilinos en pisos pateras sin ningún control, con habitaciones ocupadas por tres ocuatro tipos que ni se conocen entre ellos? Me piden la talla de calzoncillos  y la de preservativo y respondo que no uso porque no estoy en situación de ponerle ningún peso al instrumento, si me llegara la ocasión de hacer el ridículo físicamente, que desconozco el uso de esos instrumentos del pecado  – me redirijo a los confesores reales – y que me dejen de gilipolleces porque la alcaldesa me ha sacado del balneario y ya tenía que estar durmiendo como  los habitantes de ese engendro acuático. Pongo la televisión y no habla de Koldo ni de Ábalos ni de Aldama en los que está por ver aún el alcance de sus actividades  – yo jamás he tenido veinte mil euros en metálico ni en casa ni fuera de ella. Ni era costumbre familiar ni teníamos esos montones de billetes-, pero ya lo sabremos cuando el supremo tenga el suplicatorio. La tele vuelve a dar la paliza con el romance   Borbón – María García, una abuela de Totana que atendía por Barbara Rey como nombre artístico. Noticias frescas: un rey tiene un asunto sexual con una vedette. ¿Qué otra cosa han hecho los reyes a lo largo de la historia? ¿Le damos un repaso a los Austrias y a los Borbones por quedarnos solo en las dinastías que han mandado aquí? Abalos y Koldo, y algunos más, son como todos: cuando están en el machito se creen impunes y omniscientes. Luego los pillan con el carrito del helado y empiezan los llantos y el crujir de dientes. Ayyyy Señor. Llévame pronto. Definitivamente nos toman por imbéciles.

 

 

 

 

 

 

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