No tiene sentido que el Parlamento Europeo en su resolución 2020/2790, de 13 de noviembre, ante la segunda ola del Covid-19, inste a abandonar los Estados de Emergencia por el impacto de las medidas en los derechos fundamentales, como la libertad de circulación, de expresión o de libertad religiosa y haya demandado a los Estados miembros plantear la posibilidad de abandonar el estado de emergencia o, de no ser posible, la opción de limitar su impacto en la democracia, el Estado de Derecho y los derechos fundamentales, que garanticen que la declaración y posible prolongación del estado de emergencia y la activación y aplicación de los poderes de emergencia estén sujetos a un control parlamentario y judicial efectivo, a nivel interno y externo. Pues bien, en España, sin control parlamentario efectivo ni judicial, se ha vuelto a declarar el Estado de Alarma, Excepción Encubierta, hasta el mes de mayo del próximo año, más de seis meses, con Toque de Queda incluido.
No tiene sentido que el empresario Elon Musk, Consejero Delegado del fabricante de vehículos electrónicos Tesla, haya dicho que “Algo extremadamente falso está sucediendo. Hoy me han hecho cuatro pruebas de antígenos de Covid-19. Dos de ellas dieron negativo y otras dos positivo. El mismo día, la misma máquina, la misma prueba y la misma enfermera”, y todo el mundo callado. También, a la cantante EryKah Badu le ha ocurrido otro tanto de lo mismo, entre otros muchos. Por ello, sí tiene sentido que el Tribunal de Apelación de Lisboa manifestara en una reciente resolución que también las pruebas PCR en el Covid-19 tienen “una fiabilidad demostrable más que cuestionable en relación con las pruebas científicas”. Pero, Kary Mullis (Premio Nobel de Química 1993), inventor del test PCR, ya dijo “Una prueba PCR no te dice si estás enfermo o no”. Pero, no pasa nada.
No tiene sentido que los jugadores de futbol de las ligas más importantes del mundo se puedan abrazar en los campos, hasta escupir, toser o estornudar, pero en las concentraciones de los hoteles guarden dos metros de distancia de seguridad. Lo mismo se puede decir de la pasada Vuelta Ciclista a España con cientos de participantes y sus correspondientes equipos entrando y saliendo de ciudades o pueblos perimetrados, es decir, estando encerrados sus habitantes.
No tiene sentido que el Papa Francisco reciba en una audiencia privada a Pedro Sánchez con su mujer y se emitan imágenes en las que aparecen un total de siete personas, incluido el Papa, sin mascarilla y sin guardar la distancia de seguridad, salvo que estén inmunizados por la gracia de Dios. Tampoco tiene sentido que la ministra de Asuntos Exteriores se entreviste hace unos días con el presidente de Senegal y en la foto aparezcan conversando en un espacio cerrado y ambos sin mascarilla, salvo el traductor. En este último caso deben también estar inmunizados, pero por la gracia del poder político. Sin dar ejemplo no se puede pedir responsabilidad a los demás.
No tiene sentido que la Comunidad Autónoma de Galicia siendo la tercera con menor afectación del coronavirus de toda España, ahora curiosamente la quinta, aplique desde el 7 de noviembre las medidas más restrictivas cerrando la hostelería e impidiendo la entrada y salida de cerca de 70 ayuntamientos, incluidas las ciudades más pobladas, a pesar de que Feijoo haya dicho recientemente que el sector hostelero no es el responsable de los contagios. Por el contrario CCAA, con mucho mayor índice de afectación, como Cantabria, Castilla La Mancha, Andalucía, Aragón, Extremadura, ahora también Cataluña, mantienen abierta la hostelería de una u otra forma, con distintos horarios y porcentajes de aforo interior y exterior ¿Alguien lo entiende?
No tiene sentido que actualmente el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo difunda una campaña de publicidad cuyo eslogan sea “levantar una persiana es construir un país”, cuando son los propios gobiernos central y autonómicos los que en muchos casos han decretado el cierre de comercios y hostelería. Es decir, les han bajado ellos mismos la persiana.
Pero, al autoritarismo siempre le ha interesado propagar el miedo para que así los ciudadanos acaten servilmente sus mandatos, que violan sus derechos fundamentales, enjaulándolos en sus casas, amenazándoles con confinamientos masivos, toques de queda, cierres de negocios y un largo etcétera. Hasta la OMS reconoce ahora que los costes económicos y sociales de los encierros han sido masivos y que, por tanto, recomienda eliminarlos para evitar males mayores. Y, todavía hay una legión de tontos útiles y miedosos recalcitrantes que quieren ensalzar a estos gobiernos.
En fin, nada de esto tiene sentido. Algo huele a podrido. No podemos fiarnos de un método medieval, caduco y trasnochado momento. Un método perdedor. Un método que nos lleva a la miseria, sobre todo de los más necesitados. Michael Levitt (Premio Nobel de Química 2013), dijo en una entrevista a la BBC “Cuando la gripe viene en el invierno, nosotros no paramos todo; no implementamos un confinamiento por la gripe. Y si no nos confinamos por la gripe ¿por qué nos confinamos por el coronavirus?”
Autor: Manuel Novás Caamaño | Abogado