Columna de Ricardo Magaz. “CRÓNICAS DEL NUEVE PARABELLUM”.
NARCOS: PLATA O PLOMO
Pablo Escobar fue un sanguinario narco colombiano. Su crueldad no tuvo límites. Se le atribuyen más de cuatro mil asesinatos en su carrera criminal al frente del cartel de Medellín. El “patrón del mal” monopolizó prácticamente el tráfico de cocaína en todo el mundo en la década de los 80 y principios de los 90. Tres cuartas partes de la farlopa que se esnifaba en el planeta la vendía él.
Escobar acumuló más dinero y poder que el Estado. Era un Estado dentro de otro, el colombiano, al que echó un pulso aterrador con sus sicarios y el narcoterrorismo indiscriminado. Después de colocar por venganza en 1989 una bomba en un avión de Avianca, el vuelo 203 de Bogotá a Cali en el que murieron 110 personas, se convirtió en el enemigo público número uno en Colombia y en Estados Unidos, su principal mercado de la coca.
El año pasado emitieron en televisión la polémica serie Narcos, basada en la vida y muerte de Escobar. “Plata o plomo” fue el mensaje promocional de su cartelería cinematográfica. Ahora la cadena quiere volver a reponerla en varios países.
Desde luego no es un hecho insólito que una productora coloque su película. En absoluto. Lo inaudito es que desde el estreno de la serie se venden camisetas de recuerdo con la efigie de Pablo Escobar. Muchos jóvenes la llevan como si fuera el Che o los Beatles. Trivializar la maldad y humillar a las víctimas es un ejercicio de horrenda insensatez. ¿Por qué no estampar la imagen del pederasta de Ciudad Lineal, la del carnicero de Mondragón o la del parricida José Bretón?
Algo estamos haciendo mal para que un narcotraficante psicópata y homicida, que ha envenenado la salud de millones de hombres y mujeres, se convierta en leyenda. Ya lo dijeron los clásicos, falsos mitos sofocan la verdad.
(*) Ricardo Magaz es profesor de Fenomenología Criminal en la UNED, ensayista y miembro de la Policía Nacional (s/a)