Columna de Ricardo Magaz en h50 Digital Policial. “CRÓNICAS DEL NUEVE PARABELLUM”.
Los policías Isidro Gabino San Martín y Jorge García Tudela murieron el 11 de diciembre de 2015 en un atentado insurgente talibán contra la embajada de España en Kabul, que custodiaban.
Los agentes vendieron cara su vida defendiendo heroicamente a tiros durante horas el edificio de la legación diplomática y al personal allí destinado. Un edificio que, pese a la guerra y a las quejas por escrito de los agentes, adolecía de la infraestructura adecuada para prevenir ataques terroristas, como así se demostró fatídicamente con el asesinato de San Martín, Tudela y cinco vigilantes afganos que trabajaban para la embajada. Por este abandono fue imputado el embajador, que finalmente logró irse de rositas, para desconsuelo de las viudas de los policías que denunciaron en la Audiencia Nacional la negligencia del máximo responsable de la legación española.
Infamia
Pero ésta no fue la única infamia. El entonces director general de la Policía, Ignacio Cosidó, instrumentalizó personal y políticamente hasta el vómito el atentado y el dolor de las familias, que tuvieron un comportamiento ejemplar. Desde el ministerio se vieron obligados a pararle los pies ante su demencia. Un ministerio cuya cúpula está imputada por el caso “Kitchen”, en el que Cosidó terminará tarde o temprano salpicado.
Huida sin mirar atrás
San Martín y Tudela cayeron cumpliendo con su deber, igual que otros 100 españoles, militares y civiles, fallecidos en Afganistán a lo largo de 20 años de sacrificios… para nada. Occidente huye sin mirar atrás, el ejército regular afgano se pasa al enemigo islamista y el gobierno de nuestro país está de vacaciones. Descorazonador.
Malos tiempos en los que la ignominia y la deslealtad son la norma.