El Ministerio del Interior por fin ha hecho público el balance de criminalidad en España, correspondiente a 2022. La estadística coteja los tres últimos años, si bien, para ser rigurosos, el lector debe fijar la lupa equiparable en 2019, ejercicio previo a la pandemia Covid de confinamientos y restricciones.
Nada bueno se puede esperar de un ministro, Marlaska, que aprueba de buen grado el pacto político con los usufructuarios de los terroristas etarras, a los que además manda a casa y permite que los homenajeen, para mantenerse en el sillón él y sus cómplices del Gobierno.
Fernando Grande-Marlaska, nacido en Bilbao en 1962 como Fernando Grande Gómez, euskaldinizó sus apellidos y su ambición con un guion y una “k” y decidió que “la realidad no le estropeara un buen titular”. El arqueo oficial de criminalidad no iba a ser una excepción de “titular” indecente. En este caso, como en anteriores, la estadística está tan groseramente manipulada como en oleadas anteriores.
Cuando escribo estas líneas para la columna de h50, el ministro ríe nervioso, sentado en su escaño del Congreso de los diputados, en el momento en que un interviniente de la moción de censura le alude. Dicen los expertos que la risa nerviosa, también llamada risa estúpida, es en el fondo una reacción física de vergüenza, de incomodidad, de ansiedad o de confusión de quien tiene algo que temer. ¡¿Qué puede temer Marlaska?¡
Criminalidad desatada
La delincuencia en España crece escandalosamente día a día: tentativas de homicidios, violaciones, narcotráfico, lesiones, riñas tumultuarias… Que se sepa (seguro que son muchos más), en el año 2022 se han cometido en España cerca de dos millones y medio de delitos. Marlaska y sus encubridores lo saben y pretenden engañar, sin éxito, todo hay que decirlo, a la ciudadanía con censuras, “cocinas” de despacho y maquillajes a la carta.
Pese a la pátina de cosméticos estadísticos ministeriales, no han podido ocultar que las violaciones subieron un 53%, las tentativas de homicidio un 44 %, el tráfico de drogas un 14%, los delitos de lesiones y riñas tumultuarias un 31,8%, la cibercriminalidad un 72%…, y así una larga lista de fechorías que aumentan imparables y causan una alarma social como hacía muchos años que no se veía en nuestras calles.
Desde Interior dicen que esta escalada criminal es “subjetiva”. Sin duda lo es para quien vive desahogado en un palacete de Castellana, va en coche oficial, tiene escolta… y poca vergüenza. Se irá con deshonor.