Un día como tantos otros posicioné la motocicleta en un lugar visible, colocada de tal forma para que, tanto el vehículo policial como una servidora, fueran evidentes a cualquier persona que anduviera o circulara por las inmediaciones de un paso de peatones que daba acceso a un colegio.
Mi sorpresa esa mañana fue cuando, de repente, una niña junto con su madre se paró ante mí y expresó: “¡mamá, mamá, es una mujer, es policía!” Ahí lo dejo….Claro está que, como ser humano que soy, porque señores y señoras y, hago un inciso, aunque no lo crean, las personas que vestimos uniforme de policía para velar por el interés general, somos de carne y hueso, por si no lo sabían. Prosigo, en ese paso de peatones, no pude dejar de escapar la emoción que me produjo saber que una niña había descubierto que, en la Policía, había una mujer y a ello me remito porque tal cual sonría de sorpresa la impúber, me acerqué a ella para mostrar que, efectivamente, era y soy una policía mujer.
Sin abandonar mis funciones proseguí mi servicio junto con el segundo componente de la patrulla de tráfico. Ambos uniformados y realizando todo quehacer pertinente para preservar la seguridad en los viales públicos de la localidad. A veces, incluso sorteando a algún que otro distraído conductor para no ser lesionados y otras veces, llevando casi al límite la motocicleta policial para llegar a algún aviso de urgencia. Patrulla formada por un policía hombre y una policía mujer o, como a muchas personas tienen la costumbre de enfatizar de forma generalizada: un policía y una rubia….ahí lo dejo.
¡A estas alturas no siendo para mí una cuestión baladí, me remito a recalcar que, las Policías mujeres, y las mujeres Policías somos seres humanos!!! Cuestión que, para muchos y muchas, aún no ha entrado en sus planes de vida y es lógico, claro está, si cuando se enfrentan a la interacción de alguna que otra conversación no ven más de lo que en su cavernícola neurona exista.
Si a aquella niña del paso de peatones a igual que a otros pequeños se les ofrece desde edades muy tempranas la imagen profesional policial llevada a cabo por una mujer y/o por un hombre, en igualdad de condiciones, en equidad subrayada en labores de puestos operativos, de seguridad ciudadana, sobre motocicletas, regulando el tráfico, desarrollando labores de caballería, unidades caninas y otros puestos, quizás la sorpresa que pueda ser originada en las personas más pequeñas, las que se han de educar para el futuro, apuesten por equidad, por un equilibrio, por una entereza moral y seguridad que, en la realidad, de donde ciertamente se nutre el ser humano, se está llevando a cabo tanto por hombres como por mujeres o, lo que es lo mismo, tanto por mujeres como por hombres.
Si cada vez que se ofrece la función de la policía mujer a través de los medios de comunicación realizando labores educaciones en las aulas, en contextos de prevención, en puestos administrativos y no en cambio, haciendo visible las que sí se realiza en unidades de otra índole, la invisibilidad de las agentes en los cuerpos policiales es manifiesta y, por ende, que se desconozca la existencia de esas funciones llevadas a cabo por las Policías mujeres. Este prisma es real y notorio si bien, para la ciudadanía no deja de ser sorpresa que una policía pueda ser mujer y lleve a cabo funciones que, visiblemente, están publicitadas solo por y para hombres.
Autora: Nuria Cabrera Mora. Policía Local de Marbella (Málaga)