Los Guardias Civiles destinados en la Unidad de élite en Valencia, que son desplazados frecuentemente a las vallas de Ceuta y Melilla, movilizados en la “crisis de Cataluña” y alojados en el famoso barco “Piolín” en condiciones muy precarias, han trasladado nuevamente a la asociación de guardias civiles IGC, su profundo malestar ante la cantidad de agravios que sufren.
Denuncian sufrir pérdidas retributivas injustificadas, además de la imposibilidad de conciliar sus vidas familiares, ya que les modifican sus jornadas de descanso casi sin antelación, saltándose la normativa y sin la indemnización correspondiente.
Además en esta Unidad, se les exige solicitar vacaciones con mayor antelación de los límites que establece la propia norma, siendo denegadas las posteriores de forma sistemática por “necesidades del servicio”, y tampoco conocen que días trabajan, hasta unos pocos antes de terminar el mes en curso.
Esta asociación remarca que las comisiones de servicio se conceden “a dedo”, por lo que se producen numerosos agravios comparativos, entre compañeros que se encuentran en igual situación.
Denuncian que en los últimos años, en el G.R.S. a nivel nacional, han visto mermados sus derechos, principalmente en lo referente a jornada laboral y conciliación familiar, ya que trabajan más horas, además de pasarse varias semanas confinados en las centrales nucleares, a las que proporcionan seguridad y donde se encuentran de retén, por lo que pasan largos periodos sin ver a sus familias.
Anteriormente, hacían falta varios años de profesional para entrar en la unidad de élite, pero en la actualidad, entorno al 20% de la plantilla a nivel nacional, está formada por alumnos en prácticas, que acaban de salir de la academia, ya que no se cubren las plazas necesarias, indican desde IGC.