Autor: Jose María Puig
El miércoles 26 de octubre se recordará por el trágico desenlace de una discusión en el ámbito familiar que derivó en un tiroteo en Argamasilla de Calatrava (Ciudad Real). Resultado el mismo han fallecido tres personas, un agente de la Policía Local y un vecino de la localidad además del autor de los hechos contabilizándose varios heridos. El altercado no derivó en más fallecidos gracias a la respuesta profesional de los agentes que acudieron al lugar logrando neutralizar al hombre armado en una actuación que se adecua (de forma más que justificada) al principio de proporcionalidad y que tuvo resultado de muerte para el autor del autor de los hechos.
Ha sido una intervención con un gran sacrificio pese a que vestir uniforme lleva intrínseco ese peligro e incertidumbre de nunca saber con lo que te encontrarás en la calle… Una actuación de entrega incondicional donde varios agentes han expuesto su vida para salvaguardar la de los demás lamentando la pérdida de uno de sus compañeros. Situación en la que a posteriori, en un país normal, civilizado, democrático y con principio claros de ética y moral estaría hablando de héroes y expresando condolencias a los familiares, compañeros y amigos de los afectados.
Sin embargo, en España, en la patria de todos, todas, todes y tod@s donde a diario miles de policías salen a patrullar sin saber cuándo no cómo regresarán a casa algunos medios de comunicación tachan a sus servidores públicos de asesinos. Quizás un error, quizás por descuido pero quizás también por una clara influencia política e ideológica que deriva en un odio visceral hacia todo aquel ser humano que por su condición laboral represente ese país que todos, todas, todes y tod@s luchamos a diario por sacar adelante.
En ese complot ideológico nos podemos encontrar titulares tan estrambóticos y sumamente torticeros como:
“La Guardia Civil ha matado a un hombre armado que se había atrincherado esta mañana en una casa de campo en la carretera que une Argamasilla de Calatrava y Villamayor de Calatrava (Ciudad Real), tras haber asesinado a tiros a dos personas y herido a tres más, según fuentes del instituto armado”, (evitaremos citar la fuente para no generar publicidad al medio en cuestión)
Titulares donde se tilda a los integrantes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad de matones o tal vez asesinos detectando una ausencia de ética periodística y editorial. Descuidando también por completo la condición humana de los uniformados y tachándolos casi de asesino o cooperadores necesarios de una matanza sinsentido. Todo ello en el marco de una intervención donde hicieron uso de su arma reglamentaria para salvar la vida de ellos mismos, de sus compañeros y de ciudadanos. Donde el homicida no pudo resistir los impactos de las armas reglamentarias y acabó pereciendo.
“La Guardia Civil mata”, así de frívolo eran los términos en los medios de tirada nacional con gran influencia sobre la opinión pública y presuntamente “especializados” en el sector de la comunicación se referían a esta actuación profesional de la que afortunadamente no hay que lamentar la pérdida de más vidas.
Deriva todo ello en una terminología que indigna a los efectivos de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad por el tinte sensacionalista y macabro con el que se trataba de dar a conocer los hechos acaecidos. No por el contexto en sí, sino por el uso de cierta palabra que retroalimenta la polémica en referencia a una actuación policial con arma de fuego.
“La Policía mata a tiros”, “un hombre muere tiroteado por la Policía” o incluso “la policía dispara a un hombre” han sido algunos de los “brillantes” titulares que se han usado en anteriores ocasiones por parte de medios de comunicación para dar a conocer una de las noticias del día. Unos titulares que reflejan una visión muy pobre, alejada de la realidad y macabramente influenciada frente a lo que experimentan en las calles los hombres y mujeres responsables de garantizar nuestra seguridad.