Según la OMS la mayor causa de defunción del mundo es la cardiopatía isquémica, responsable del 16% del total de muertes en el mundo. Desde el año 2000, el mayor aumento de muertes corresponde a esta enfermedad, que ha pasado de más de 2 millones de defunciones en 2000 a 8,9 millones en 2019. El accidente cerebrovascular y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica son la segunda y tercera causas de defunción, que representan aproximadamente el 11% y el 6% del total de muertes, respectivamente.
Las infecciones de las vías respiratorias inferiores siguen siendo la enfermedad transmisible más mortal del mundo, situándose como la cuarta causa de defunción. No obstante, el número de defunciones ha disminuido considerablemente: en 2019 se cobraron 2,6 millones de vidas, 460.000 menos que en 2000.
Las afecciones neonatales ocupan el quinto lugar. Sin embargo, las defunciones por afecciones neonatales son una de las categorías en que más ha disminuido el número de muertes en cifras absolutas en los dos últimos decenios: esas afecciones se cobraron la vida de dos millones de recién nacidos y niños pequeños en 2019, es decir, 1,2 millones menos que en 2000.
Las muertes por enfermedades no transmisibles están aumentando. El número de fallecimientos por cáncer de tráquea, bronquios y pulmón ha aumentado de 1,2 millones a 1,8 millones y ahora ocupa el sexto lugar entre las causas principales de defunción.
En 2019, la enfermedad de Alzheimer y otras formas de demencia se situaron como la séptima causa de defunción. Afectan de forma desproporcionada a las mujeres. El 65% de las muertes por Alzheimer y otras formas de demencia en el mundo corresponde a mujeres.
Uno de los mayores descensos en el número de muertes es el de las enfermedades diarreicas, que han pasado de 2,6 millones de muertes en 2000 a 1,5 millones en 2019 en todo el mundo.
La diabetes ha pasado a ser una de las 10 causas principales de defunción, tras un importante aumento porcentual del 70% desde 2000. La diabetes también es responsable del mayor aumento de muertes de varones entre las 10 causas principales, con un incremento del 80% desde 2000.
Otras enfermedades que figuraban entre las 10 causas principales de defunción en 2000 ya no se encuentran en la lista. El VIH/sida es una de ellas. Las muertes por VIH/sida han disminuido en un 51% durante los últimos 20 años, pasando de ser la octava causa de defunción en el mundo en 2000 a la decimonovena en 2019.
Las enfermedades renales han aumentado, pasando de ser la decimotercera causa de defunción en el mundo a la décima. La mortalidad ha aumentado de 813.000 personas en 2000 a 1,3 millones en 2019.
Causas de defunción en los paises de ingresos altos.
En los países de ingresos altos, las defunciones están aumentando con relación a las 10 enfermedades principales, excepto dos. Las cardiopatías isquémicas y los accidentes cerebrovasculares son las únicas causas de muerte entre las 10 causas principales cuyas cifras totales han disminuido entre 2000 y 2019, en un 16% (o 327 000 muertes) y un 21% (o 205 000 muertes), respectivamente. El grupo de ingresos altos es la única categoría de ingresos en la que ha descendido el número de muertes por estas dos enfermedades. No obstante, la cardiopatía isquémica y los accidentes cerebrovasculares se han mantenido entre las tres primeras causas de defunción en esta categoría de ingresos, con un total combinado de más de 2,5 millones de muertes en 2019. Además, están aumentando las muertes por cardiopatías hipertensivas. Como reflejo de una tendencia mundial, esta enfermedad ha pasado de ser la decimoctava causa de defunción a la novena causa.
Las muertes debidas a la enfermedad de Alzheimer y otras demencias han aumentado, superando a los accidentes cerebrovasculares, para convertirse en la segunda causa principal en los países de ingresos altos, siendo responsable de la muerte de 814 000 personas en 2019. Y, al igual que en los países de ingresos medianos altos, solo una enfermedad transmisible, la infección de las vías respiratorias inferiores, aparece entre las 10 causas principales de defunción.
¿Por qué debemos conocer las causas de defunción?
Es importante saber por qué mueren las personas para mejorar su forma de vivir. Medir cuántas personas mueren cada año ayuda a determinar la eficacia de nuestros sistemas de salud y a dirigir los recursos hacia donde más se necesitan. Por ejemplo, los datos sobre mortalidad pueden ayudar a orientar las actividades y la asignación de recursos entre sectores como el transporte, la alimentación y la agricultura, y el medio ambiente, así como la salud.
La COVID-19 ha puesto de relieve la importancia de que los países inviertan en sistemas de registro civil y de estadísticas vitales que permitan el recuento diario de las defunciones, y orientar las labores de prevención y tratamiento. También ha puesto de manifiesto la fragmentación inherente a los sistemas de reunión de datos en la mayoría de los países de ingresos bajos, donde las instancias normativas todavía no saben con certeza cuántas personas fallecen y por qué motivos.
Con el fin de subsanar esta deficiencia decisiva, la OMS se ha asociado con diversos interlocutores mundiales para poner en marcha el proyecto Revealing the Toll of COVID-19: Technical Package for Rapid Mortality Surveillance and Epidemic Response. Al facilitar los instrumentos y orientaciones para una vigilancia rápida de la mortalidad, los países pueden reunir datos sobre el número total de muertes por día, semana, sexo, edad y localización, lo que permite a las autoridades sanitarias poner en marcha esfuerzos más oportunos para mejorar la salud.
Además, la Organización Mundial de la Salud elabora normas y prácticas óptimas para la reunión, el tratamiento y la síntesis de datos mediante la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11), consolidada y mejorada, una plataforma digital que facilita la notificación de datos oportunos y exactos sobre las causas de defunción, de manera que los países puedan generar y utilizar sistemáticamente información sanitaria que se ajuste a las normas internacionales.
La reunión y análisis sistemáticos de datos de alta calidad sobre las defunciones y las causas de defunción, así como de datos sobre la discapacidad, desglosados por edad, sexo y ubicación geográfica, es esencial para mejorar la salud y reducir las muertes y la discapacidad en todo el mundo.