Columna de Ricardo Magaz en h50 Digital Policial. “CRÓNICAS DEL NUEVE PARABELLUM”
A Isaac Guillén, policía local de Catarroja, muy apreciado en el Cuerpo, le llegaron dos desdichas de golpe; una enfermedad neurodegenerativa sin cura que le postró en una silla de ruedas y una segunda esposa, Beatriz F. C. que anhelaba su pensión de invalidez de 3.000 euros y su seguro de vida a cualquier precio.
Todo por dinero
Beatriz conoció a Isaac, divorciado de 47 años, cuando éste se encontraba ya retirado y muy diezmado; apenas tenía movilidad y la dolencia avanzaba sin remisión. Isaac estaba sólo frente a la enfermedad. En ese momento llegó “como un milagro” Beatriz con su hijo adolescente y le prometió al policía amor eterno. Se casaron enseguida, en mayo de 2017, “hasta que la muerte os separe”, al decir de la tradición y los textos bíblicos.
No tardó mucho tiempo la mujer en llevar a cabo el plan que, desde el principio, le guiaba: matar a Isaac, quedarse con su generosa pensión, cobrar el seguro de 200.000 euros que tenía contratado y expoliar todos los bienes que pudiera.
Enterrado vivo
Según el relato de la Fiscalía, Beatriz narcotizó a Isaac con pastillas el 1 de diciembre de 2019, lo metió en el coche, abrió la espita de una bombona de butano, cerró las puertas y lo abandonó a su suerte. Como quiera que el gas no acabó de cumplir su objetivo letal, golpeó a Isaac y le estranguló con los cordones de las zapatillas de su hijo cómplice. Luego, le enterró cuando aún estaba vivo en una fosa que había cavado en el campo unos días antes en la localidad de Godelleta, en Valencia. La autopsia del cadáver reveló, tiempo después, que Isaac tenía tierra en los pulmones; lo enterraron aún respirando.
Prisión permanente revisable
Cuando la Policía Nacional, al cabo de medio año, le puso los grilletes a Beatriz, la mujer confesó que en realidad había acabado con la vida de Isaac por compasión eutanásica, a petición de él, “para que dejara de sufrir”. Los agentes de homicidios no la creyeron. El Ministerio Fiscal y la acusación particular, tampoco. Ambos piden para la viuda negra de la Policía Local, prisión permanente revisable por un asesinato de libro, incluida la alevosía porque, es evidente, la víctima no tuvo posibilidad alguna de resistirse.
Como dejó dicho el sofista: de tus males hechas, vienen las sospechas. No tendrá el jurado popular demasiado trabajo para llegar a un veredicto.
(*) Ricardo Magaz es profesor de Fenomenología Criminal en la UNED, ensayista y miembro de la Policía Nacional (sgda/ac)