Los romanos aconsejaban, por experiencia, cuidarse de la sombra del nogal. Plinio el Viejo lo dejó por escrito en su Historia naturalis. Algunos proverbios también aluden a ello: “A la sombra del nogal no te pongas a recostar”. Escritores y poetas contemporáneos se han ocupado siglos después del tema. Gerardo Diego, Vicente Aleixandre o Miguel Delibes tienen textos acerca de la cautela con la sombra del nogal.
Ley del entorno
Cualquiera que se fije, verá que debajo de este árbol de magnífico porte y hojas aromáticas no crece nada. Podemos decir, echando mano de un símil actual, que al nogal le ocurre como al poder sectario: en general, y salvo excepciones, no deja que nada nuevo brote en sus dominios.
En criminología se utiliza el aforismo de la sombra del nogal para describir en algunos casos la influencia ambiental nociva o ley del entorno. No es lo mismo crecer de cayetano en el barrio de Salamanca que de menguado en el Pozo del tío Raimundo, aunque no es motivo exclusivo de justificación.
Hace años, un hombre de la Cañada Real al que estaban juzgando en plaza de Castilla por robo con intimidación, nos dijo: “Nací condenado y condenado terminaré mis días“. En otras palabras, la ley del entorno o el peso de la sombra del nogal. La vieja pero verdadera historia del hábitat y el habitante.