Enlace al artículo completo: Finsuperintendencia
Introducción:
Hay buenos corazones en el mundo, cuya bondad se mide, entre otras cosas por la capacidad de agradecer[1]. Cuando uno ha pertenecido a una corporación durante mucho tiempo, se intenta conocerla tanto en su pasado como en el presente que se está viviendo. Lo normal es terminar por sentirse orgulloso de pertenecer a ella al desarrollar en ella la vida profesional. Pero de esto a creer en un corazón corporativo existe un largo trecho, dado que el corazón es algo personal.
Razón y conocimiento están estrechamente unidos porque la razón nos lleva al conocimiento, pero, al revés, el conocimiento haga a entrar en razón. Hay muchas clases de razón y de conocimiento. Desconocía que hubiera una razón académica, que debe ser algo parecido a la metodología académica para escribir la historia. Debe ser maravilloso tener razón, escudándose en que los demás carecen de esa razón académica. Se debe estar cerca del paraíso cuando a la razón se le añade conocimiento, aunque sea un concepto más ambiguo. Sinónimo de sabiduría y de sensatez, no tenerlo significa insensatez, por eso hacer algo sin conocimiento es un sinsentido.
Vamos a entrar en el análisis de lo que significó la Superintendencia General de Policía, el órgano rector de la Policía General del Reino.
[1] Se aconseja leer el artículo que se va analizar. Para ello basta pinchar en este enlace: https://www.benemeritaaldia.org/index.php/actualidad/60681-principio-y-final-de-la-policia-general-del-reino-1824-1840-y-creaci%C3%B3n-de-la-guardia-civil-1844.html
Autor:
Martín Turrado Vidal
- Licenciado en Filosofía y Letras, rama de Historia, por la UNED (1981)
- Máster en Documentación (1993).
- Cronista Oficial de Valdetorres de Jarama
- Vicepresidente del Instituto de Historiadores del Sur de Madrid, “Jiménez de Gregorio”.
- Vocal de Publicaciones del Foro para el Estudio de la Historia Militar de España.