Hoy no voy a hablar de los crímenes de lesa humanidad de Putin y sus correligionarios, mientras Occidente se preocupa sólo de su economía. Hoy toca hablar de España, que también se desangra aunque sea de otra forma; se desangra con la inflación galopante; se desangra con la cesta de la compra por las nubes; se desangra con la luz, gas y carburantes, inalcanzables para las empresas y las familias; se desangra el campo, que está más que olvidado; se desangran los medios de transporte, muchos arruinados. En definitiva, se desangra cada día la vida de los ciudadanos de a pie, de los invisibles para el gobierno. Ahora, llega Feijóo en busca de un cambio de rumbo en la política española, que va a necesitar la ayuda incluso del Apóstol Santiago para organizar al partido y de este modo poder tener opciones reales de gobernar en la próxima legislatura, que cada vez está más cerca, dado que pienso, en contra de otros, que Sánchez las hará coincidir con las autonómicas andaluzas.
En esta gravísima situación en la que se encuentra España, Feijóo después de su aclamación en Sevilla como Presidente del PP, ha propuesto a Sánchez “un pacto de gobernabilidad”. Es decir, ha pedido a un mentiroso empedernido que por una vez deje de mentir para tratar de resucitar la vida política, social y económica de nuestro país. Sánchez ya ha aceptado la oferta de Feijóo, eso sí, con condiciones de viraje del PP al centro después de haber pactado con la ultraderecha de Vox, como le llaman. Como siempre, Sánchez lo ha dicho sin sonrojarse, él gobierna con comunistas, apoyado por separatistas y bilduetarras que entre otras cosas se caracterizan por ser antiespañoles.
A tal respecto, hay que tener en cuenta como ha dicho Santiago González que Sánchez sólo tiene una manera de establecer acuerdos con la oposición “La sumisión a sus ideas y una sola palabra de respuesta a sus caprichos: amén”. Feijóo debe tener muy presente que va a tratar con un Presidente que no respeta la independencia del Poder Judicial, ni al Congreso y Senado, menos aún a la Monarquía Parlamentaria. De las libertades de los ciudadanos, mejor ni hablar. Después del Tribunal Constitucional y el Tribunal de Cuentas, imprescindible para sus objetivos, tratara de convencer a Feijóo para hacerse con las riendas del Consejo General del Poder Judicial, destrozando su ya mermada independencia, a pesar de que el Grupo de Estados contra la Corrupción del Consejo de Europa (Greco) le haya puesto a España un cero en transparencia y despolitización de la justicia. En ese caso, ya lo tendría todo. Tendría un poder omnímodo, ayudado en esa labor por la Fiscal General del Estado Dolores Delgado, que como su partido sigue fustigando a Ayuso para tratar de desacreditarla en un juicio mediático, y así expulsarla de la vida política, aunque los tribunales no aprecien responsabilidad alguna y todo quede finalmente en aguas de borraja. Eso sí, no se investigará a Illa, Ábalos, ni al propio Sánchez, dada la “excelente y transparente” gestión realizada. Es el tacticismo presidencial.
Con todo ello, no niego al menos una oportunidad a Feijóo, aunque haya aplicado las medidas más restrictivas durante la pandemia. Su intento de regenerar la política española es muy loable, experiencia tiene, pero, si mañana quiere gobernar tendrá que ampliar el espacio político a su derecha e izquierda, contando con todas las posibilidades, no sólo centrando al partido. Hay que adaptarse al entorno de sus posibles votantes. Nadie sobra. Lo contrario, considero que será un error en su liderazgo que podría tener unas consecuencias nefastas no sólo para el PP sino para España. Precisamente, la crisis que el PP arrastra desde hace tiempo tiene una importante obsesión por esa búsqueda del centro, como ha dicho Rogelio Alonso “El PP lleva años atrapado en el maniqueísmo que la izquierda alimenta acusándole de exceso de radicalidad y ausencia de moderación”. Es la engañosa escala ideológica que tanto rentabiliza al PSOE y confunde al PP. Es el mantra que repite una y otra vez este gobierno y los partidos que lo apoyan, incluidos comunistas y radicales.
Autor: Manuel Novás Caamaño | Abogado