Hay un detalle en este calendario que me ha llamado siempre mucho la atención. Es que en cada mes se representa sólo a un hombre realizando alguna tarea. Ni siquiera en el de diciembre en que está comiendo está acompañado. Y cuando aparece con otra figura es de un animal: una vez el caballo y otras dos, un cerdo. No sé qué se nos quiere transmitir con ello. Pudiera ser la soledad con que cada uno de nosotros debe afrontar su propia vida.
Es cierto que está en un ambiente doméstico y muy cerca del calor del fuego en unas circunstancias que en León invitan a ello. Hace frío, mucho frío. El pie descalzo levantado hacia el fuego es un buen indicio. Falta, a mi juicio, lo más importante: la calidez de la amistad, cosa que no puede suplir la brasa.
Nuestro campesino, aun en soledad, bendice en su casa el pan que va a comer y el vino que se va a beber, haciendo bueno el dicho de que con pan y vino, se anda el camino. No hay más camino en esta representación que el de la mirada hacia lo alto de nuestro protagonista. Es una mirada de agradecimiento a Dios por sus dones, que de hombre bien nacidos es ser agradecidos.
¡Que mayor agradecimiento cabe que a Dios por haberse hecho hombre y “habitar entre nosotros”. Las inclemencias del exterior nos vienen por sí solas, como las que nos trae el tiempo, Celebremos pues con ese calor tan natural estas fechas tan entrañables en casa y cerca de la brasa.
¡Felices Pascuas de Navidad y próspero año nuevo!
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