El agua es uno de los bienes más preciados e indispensables que necesita la humanidad para subsistir y así evitar que la crisis alimentaria termine aniquilándola. Esa crisis alimentaria a la que hacen alusión ASAJA y la plataforma SOS rural, entre otros muchos, que anuncian nuevas manifestaciones y huelgas, dada la nulidad de Sánchez y su gobierno para encontrar soluciones ni para el agua, los trasvases y el sustento de los agricultores. El agua se ha convertido en el tema central de la campaña electoral de Sánchez. Como bien dice Miguel del Pino, catedrático de Ciencias Naturales, cuando se ha gobernado en Andalucía durante más de cuarenta años sin ser capaces de solucionar, ni siquiera parcialmente, los problemas del entorno de Doñana, como es el caso del PSOE, hace falta verdadera osadía para acudir a Europa como primo de Zumosol y ahora acusar a sus sucesores de los problemas de Doñana como si de algo nuevo se tratara. Es decir, un puro cinismo, electoralismo de usar y tirar.
A tal respeto, sobre la advertencia de sanciones económicas europeas realizada por Teresa Ribera, vicepresidenta tercera, ministra de Transición Ecológica y el Reto Demográfico, tiene narices, como consecuencia de la proposición de la Junta de Andalucía para tratar de buscar soluciones a los agricultores que sean compatibles con la debida conservación de Doñana, hay que recordarle que en 2018 el TJUE ha condenado a España por el vertido de aguas fecales sin depurar cometido por los gobiernos del PSOE andaluz y demás gaitas, entre otras zonas, en Matalascañas, núcleo turístico lindante con el Parque Nacional de Doñana, cuyas aguas fecales se vierten directamente a las playas. Así, la Junta de Andalucía ha tenido que abonar con el dinerito de los andaluces y demás españoles hasta ahora más de catorce millones euros, vamos una tontería, puesto que los gobiernos autonómicos socialistas no construyeron estaciones depuradoras de aguas residuales incumpliendo la Directiva 91/271 de la UE, herencia que tuvo que aceptar Juanma Moreno.
Así las cositas, el propio Sánchez siguiendo el manual de la Agenda 2030, con su coro celestial de amiguetes y demás paniaguados se cobija en el Palacio de las Marismillas situado en el propio Parque de Doñana, consiguiendo que España sea el líder europeo en el derribo de presas. Pero ya sabemos que los embalses son considerados de derechas, como los trasvases. Según un informe de Dam Removal Progress de 2021 en España se destruyeron sólo en ese año 108 presas, azudes o rampas, a pesar de ser utilizadas para el abastecimiento humano, el regadío, la producción hidroeléctrica, los usos industriales y agrícolas. Precisamente, sobre la necesidad de las presas, Eduardo Rojo, responsable de mantenimiento de Iberdrola, ha dicho recientemente que “Las necesitamos por la mayor necesidad de regulación de los recursos hídricos debido a la importante variación de los caudales que circulan por los ríos entre las épocas del año más húmedas frente a las más secas. También señala la importancia que tienen los embalses creados por grandes presas, que cuando los ríos se desbordan evitan así las inundaciones”. De los trasvases de agua al sur, ni hablamos, el gobierno “progresista” con el apoyo de los golpistas, etarras y nacionalistos, todos ellos con sus beneficios en contra de España, se opone.
Aunque, ya me recojo, debo insistir en lo manifesdtado por el catedrático Miguel del Pino, que reconoce que todas las lagunas costeras y las marismas son tan sólo accidentes temporales de la red hidráulica que terminan por colmatarse. Doñana en particular dice resulta extremadamente frágil porque las frecuentes sequías, que suelen producirse con duraciones mínimas de trienios, desecan temporalmente el ecosistema marismeño. De manera que no es necesario que se esfuercen los devotos del cambio climático en sacar catastróficas imágenes de las tierras cuarteadas por la sequía en lo que durante el invierno son lagunas. Así ha pasado siempre y así seguirá pasando. Por cierto. En el año 2011 se registraron temperaturas similares a las de este mes y año, según ha reconocido la propia AEMET.
Pero ¿es el despilfarro de agua en el entorno lo que amenaza la supervivencia de Doñana? Así, lo afirman los catastrofistas, siempre y cuando gobierne la derecha; cuando el gobierno corresponde al autollamado “progresismo”, las cosas se ven de manera muy diferente.