Una tormenta mediática ha sacudido los foros policiales en relación a las declaraciones de la mujer comisaria Estíbaliz Palma. Miles de policías, guardias civiles y población en general trataban de endulzar el café de este martes con el amargo comentario de una profesional de referencia en el sector de la seguridad pública. Fatídicas palabras que han provocado una inmediata reacción desde la Dirección General de la Policía que determinó su fulminante destitución.
Estíbaliz Palma es una figura de referencia en la Policía conocida, además de por su trayectoria profesional, por sus intervenciones en defensa de los derechos de la mujer en una profesión que, desde “cierto sector”, siempre se ha tachado de estar dominada por la estirpe de los de la camisa desbotonada, pelo en pecho, collares de trenza gruesa, bigote desteñido, Winston ladeado y colmillo retorcido. Un arquetipo policial ensalzado hacia la masculinidad que se explotó hasta la saciedad en el ámbito cinéfilo español aunque para los policías de aquella época sus cuestiones trascendentales pasaban realmente por revisar los bajos de su vehículo antes de accionar el motor y poder llevar una nómina decente a sus hogares.
A mujeres como ella, y a otras tantas, le debemos parte de la transformación de la institución, pero también su espíritu de compañerismo y vocación, siempre actuando en defensa de los valores que representa la Policía Nacional, con contundencia ante los que los quebrantan y con la cabeza bien alta al vestir el uniforme azul.
Hija de Guardia Civil y criada en un colegio de huérfanos de la Benemérita, accedió a la escala de inspección en 1992 y en noviembre de 2018 se convirtió en la primera mujer policía en alcanzar el puesto de comisaria provincial en Galicia. Un cargo muy difícil de ostentar para alguien vistiendo “bragas y sujetador” debajo del uniforme de la Policía Nacional. Reitero difícil porque la institución no era, años atrás, quien de poder presumir sobre conceptos como la igualdad o la incorporación de la mujer a su filas. Sin embargo los tiempos han cambiado, ha llegado una nueva imagen, un polo que ya no se puede desbotonar, una nueva ley de personal, un moderno código ético y hasta una política de formación dirigida a romper estereotipos y prejuicios. Aquella cortina de humo de los que encendían un cigarro tras otro se ha disipado y los profesionales son ahora más profesionales que nunca.
“Yo siempre decía lo mismo: cuando una mujer pese 130 kilos, tenga el mapa de La Rioja en los mofletes, caspa en los hombros, manchas de grasa en la corbata y apruebe, habremos llegado a la igualdad”, manifestaba de forma contundente Estíbaliz durante una entrevista para Cope en marzo de 2021 tratando de denunciar conductas machistas y eliminar las desigualdades de género.
“Como institución, impulsar la igualdad y empoderar a la mujer policía es uno de nuestros objetivos”, precisaba durante aquellas declaraciones realizadas en vísperas del Día Internacional de la Mujer.
Estíbaliz ha sido, durante estos años de trayectoria profesional, voz activa y testigo directo de estos cambios. Pero no todo son palabras amables y buenas intenciones en esta profesión… Es una policía que como otros muchos también ha sido testigo del odio, hostigamiento y acoso dirigido hacia sus compañeros en Cataluña. Testigo de los atentados sufridos hacia los policías durante el intento golpista del 1-O, hechos que casi llevan a cubrir de banderas españolas y medallas a algún que otro ataúd después de que decenas de agentes fuesen enviado a contener la emboscada que los guerrilleros urbanos separatista ejecutaron contra las fuerzas del orden.
Precisamente, en el marco de aquella oleada de violencia en Cataluña era el acto donde se encontraba la comisaria “el día de autos”. Se trataba de una comida homenaje del agente Iván de la Unidad de Intervención Policíal (UIP), gravemente herido durante aquellos disturbios. Estíbaliz Palma tomó la palabra, alguien accionó la grabadora de voz de su teléfono móvil y comenzó aquel fatídico “speech” que acabó abanderando la portada de Eldiario.es. Un medio dirigido por Ignacio Escolar, fundador y antiguo director de Público, cuya línea editorial es definida según Wikipedia como “volcada hacia la izquierda” y adscrita a “posicionamientos republicanos”. En el titular solo se escogieron 10 caracteres de su intervención.
Recordando aquellas batallas campales en las calles de Barcelona manifestó: “Pero hubo un momento, mis hijos con redes sociales, decían: mamá, qué hace la Policía en Cataluña. Hubo 48 horas que parecía que la Policía Nacional se había transformado y que de repente violaba, maltrataba y no se qué cuántas cosas hacía más, que ya le gustaría a algunas que las violara la UIP”, manifestó a la vez que se acuchaba a uno de los presente decir un “¡Eh, corta eso!”.
En aquel momento la grabación se paró. El archivo de audio ya se almacenaba en la memoria de un terminal y comenzó a difundirse hacia una dirección muy precisa… ¿Quizás con algún interés o simplemente por indignación?. El mismo medio aseguraba horas más tarde que la Policía había cesado a la comisaria de Pontevedra gracias la publicación de sus manifestaciones como si de un torero que sale por la puerta grande con dos orejas y el rabo. comenzaba la lapidación de la comisaria y estallaba una tormenta de titulares con el remate final de su intervención del que tan solo quedó: “Ya le gustaría a algunas que las violara la UIP”.
Una frase demoledora que generaba una oleada de titulares en los principales medios del país donde una mujer policía nunca acaparó tanta atención como hasta la fecha. La tormenta perfecta capaz de lapidar toda una trayectoria profesional en tan solo lo que dura un grano de maíz en la Plaza de la Herrería de la ciudad de Pontevedra, frecuentada por inocentes niños que ofrecen alimento de los quioscos a las palomas. Los enlaces se viralizan y nadie justifica la expresión, todos coinciden en condenar la frivolidad de la expresión, con más inri debido al cargo público que ostenta.
Los ingredientes del “éxito”:
Personalidad pública con cargo de relevancia en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. Es decir, en el Ministerio del Interior.
Alusiones a la “violencia” hacia la mujer. Un tema muy candente y recientemente “trending topic” gracias a en parte a interpretaciones polémicas de diputados que acapararon grandes titulares.
Referencias al nacionalismo catalán. El aludido “ya les gustaría a algunas que las violara la UIP”, tenía una clara connotación política ya que ese “algunas” iba en referencia a personas del sexo femenino (separatistas civiles y políticos) que vertieron calumnias contra los agentes de la UIP que intervinieron en la Operación Ícaro y Copérnico.
Rápida respuesta institucional desde el Gobierno. Se conoce su cese desde la Dirección General de la Policía en menos de 24 horas de haberse realizado las declaraciones.
El vía crucis de Estíbaliz no se encuentra en Jerusalén. En el siglo XXI la Tierra Santa se llama “Google” y es una herramienta perfecta que bien engrasada puede destruir la reputación de una persona a golpe de clic. Estereotipando, creando prejuicios y sin margen alguno para la explicación, ni para la rectificación. Las redes sociales y los grupos de WhatsApp harán el resto. Una captura de pantalla es suficiente para el escarnio.
Sin pretender justificar lo injustificable, hay que decir es injusta semejante lapidación sin precedentes contra una mujer policía por verter sobre la mesa unas palabras impropias de la institución que representa y cargo que ostenta. No estamos ante el caso de un garbanzo podrido dentro del cocido, que “habelos hailos” y menos aún de un perfil merecedor de una respuesta tan agresiva por parte de la opinión pública fruto de una orquesta quizás demasiado bien afinada.
Otros cargos policiales burradas más grandes habrán dicho que poco o nada han trascendido más allá de una simple conversación de taberna, lamentablemente todavía no son máquinas ni obedecen al algoritmo de ningún sistema operativo. Otros tantos, han sido condenados por delitos de diversa índole y (a excepción del excéntrico Caso Villarejo) poco de ellos o nada se ha sabido. Muchos otros cargos políticos han injuriado y han difamado a los policías incluso aquel famoso “me emociona ver que unos manifestantes agreden a un policía”, en este caso el autor acabó tiempo después nombrado vicepresidente segundo del Gobierno de España.
Quizás llevados por la “cultura hollywoodense”, inspirados en Robocop o Teminator, a los policías se les exige perfección absoluta, ya no hay margen de error. Su misión debe ser cumplida a la perfección. Deben mecanizarse, ya no hay “grises” como antes, ahora todo es “blanco” o “negro”, digo… “del resultado de la mezcla de todos los colores el arcoíris juntos”, no se vaya alguien a ofender, rectificar es de sabios. Desde el primer día que “eres policía” buena parte de responsabilidad social recae sobre tus hombros. Quieras o no, servirás a la sociedad, a cada uno de los ciudadanos anónimos los defenderás con tu vida si fuese necesario cuando estén en peligro.
Pero si patinas, si cometes un desliz, si hablas mucho sin decir nada (o quizás demasiado), si quebrantas las líneas rojas del derecho a opinar libremente o políticamente o irracionalmente, si te olvidas por un segundo de la institución a la que representas o cargo y carga que recae sobre tus hombros el arbitro te puede sacar tarjeta roja y expulsar del terreno de juego. En ese momento da igual tu esfuerzo personal, tus años de dedicación y esfuerzo. Nada te escusa, ni aunque hubieses sido mujer en un “campo de nabos” o hubieses defendido a ultranza el principio de igualdad, tu acción desencadena una reacción y no precisamente a tu favor. Todo sucede muy rápido y sin mirar atrás, “El bien es lento porque va cuesta arriba. El mal es rápido porque va cuesta abajo”, dijo Alejadro Dumas.
Nadie sabe qué pasaría con este caso si las mismas palabras las pronunciase un “policio” ¿Quizás alcanzaría la misma lapidación mediática? Y si fuese un político en el Congreso, ¿Tendrían los hechos más recorrido que una simple noticia del día a día más y el consecuente olvido sin consecuencias?
Lo habitual en éste país, a machacar al buen@ y a ensalzar y proteger a los mal@s. Vergüenza nacional.
Ya me gustaría a mi que a la Fiscal General del Presidente Sánchez se le hubiera aplicado la misma vara de medir cuando fue grabada exclamando “aquello de….. Vaginal, éxito asegurado” en una comida con Villarejo y con el que tiene una copa de la que bebe todas las noches la Sra. Delgado, según Garzón.
No nos rasguemos las vestiduras. Una Comisaria no puede decir ni de broma esa frase. Admiro su trayectoria, su calidad, pero ha errado gravemente. Dar un discurso al final de la comida es, a veces, peligroso.
Peligroso es que haya un traidor, un chivato, un corrupto cabrón o carbonara, que grabe a escondidas por “dos perras gordas” o una copa pagada o una bolita de polvo… Señora Comisaria, ya le llegará su hora. Además, se sabrá quién es cuando alguien le ha dicho que “corta eso”.
Por desgracia, esas especies se encuentra en todos los sitios.
Suerte, señora; compañeros cuidaos “ahí afuera”. Un jubilado de Prisiones.