Un joven profesor economista de la universidad norteamericana de Yale, Yusuke Narita, lleva años proponiendo en conferencias y especialmente en redes sociales japonesas una solución para la crisis provocada por el envejecimiento de la población nipona “el seppuku” de la población mayor, la práctica del más conocido en Occidente como harakiri, suicidio ritual de los samuráis, el autodesmembramiento. Es decir, es la propagación de un suicidio colectivo, de un asesinato en masa. Dicho “en román paladino”, que los mayores se suiciden colectivamente para supuestamente resolver la crisis económica de las pensiones y seguridad social, que no sólo no la provocaron sino que la hicieron viable en los distintos países con sus cotizaciones e impuestos que pagaron y pagarán durante toda su vida.
A ese niñato japonés, convertido en una estrella entre la juventud de su país, que ha contribuido al sistema público de pensiones e impuestos con una cagarruta, habría que preguntarle cuánto tiempo cree que debe vivir él con esa aportación. Me temo que ya debería haberse suicidado hace tiempo, haberse hecho su harakiri, porque ya hoy es una lacra para la sociedad futura, según su propio planteamiento.
Pero, ya me entretenido demasiado con esta locura, cuando de lo que precisamente voy a hablar es de unos policías, llenos de vida y esperanza, que se han jubilado durante el Covid y que hasta ahora debido a las restricciones no se les pudo hacer un acto de reconocimiento y agradecimiento por los servicios prestados al ciudadano. Son cuatro Inspectores Jefes que se jubilaron durante los años 2020 y 2021 y que han permanecido en el Cuerpo Nacional de Policía durante más de 40 años, prestando servicio en diferentes Jefaturas Superiores y Comisarías, finalizando todos ellos en la Comisaría Provincial de Pontevedra con distintas responsabilidades, en la que han sido todo un referente para los más jóvenes por su gran valía profesional y compañerismo.
Ahora, hace unos días se celebró una comida en la localidad de Cambados en la que se reunieron un nutrido número de jubilados para rendirles un merecido homenaje. Son Laureano Rodríguez Enríquez, Alfonso Mariño Rivas, José Luís Iglesias Fernández y Camilo Loureiro Gómez. Cuatro auténticos campeones que han pasado a la situación de jubilación, aunque seguirán siempre siendo policías. La jubilación es una etapa de la vida, como antes lo fue la niñez, la infancia, la juventud… La jubilación conforma la vida y es vida, hoy más longeva porque los mayores lo han hecho posible, han contribuido con su esfuerzo y sacrificio a ese bienestar que se han ganado con el sudor de su frente, como lo habéis ganado vosotros cuatro. Esa contribución, que desgraciadamente gentuza como ese nefasto profesor japonés no es siquiera capaz de analizar, no ya percibir.
Ya termino, no sin antes decir que estas breves palabras deben servir como un humilde reconocimiento a todos los miembros de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, que después de cumplir con su deber de servicio a los ciudadanos se han jubilado, como estos cuatro compañeros ejemplares, debiendo hacerse extensible a todos los españoles jubilados.
Manuel Novás Caamaño para h50 Digital
Galería de imágenes