Desde hace unos años y no con poco ruido han surgido en nuestro idioma, discrepancias en torno a la manera en la que nuestro castellano trata a hombres y mujeres.
Como protectoras de la igualdad lingüística han surgido voces que proponen que la “e”, es la solución.
Palabras como “persones”, “chiques” y muchas otras son usadas por un colectivo cada vez más amplio.
Es cierto que sus representantes responden a una estética entre anticuada y un poco dejada, también que las formas que utilizan para hacer llegar su mensaje serían más propias de los años setenta.
Para muchos ha sido sencillo ridiculizar este movimiento o desautorizarlo, yo he de confesar que tentaciones he tenido, pero resulta que tiempo atrás decidí esforzarme por ver más allá de la pura imagen del mensajero y esforzarme por escuchar su mensaje.
Hace años, muchos años… recuerdo a mi abuela tratando de coser los vaqueros, que yo previamente había roto para ir a la moda y evitar que mi madre los viera así y me cayera la bronca del siglo. Hace ya muchos años también, que se vende rotos y no baratos precisamente.
Al fin y al cabo lo normal, lo actual, lo correcto o lo ridículo, dependen casi exclusivamente del contexto histórico, social y cultural en el que se exponga.
Puede que la primera reacción ante este tipo de modificaciones sea la de reírnos, pero… ¿y si tienen razón?
Hay muchas lenguas en las que los adjetivos y sustantivos no incluyen género, a no ser que ese género sea precisamente la información que queremos obtener de la comunicación. Así en comparación y a modo de ejemplo “red” es “red” y no rojo o roja, sin ir más lejos en nuestra propia lengua nos encontramos con el azul o verde, palabras ya sensibilizadas con estas pretensiones de igualdad.
Este año la Rae, ha incluido palabras como zasca, cumplemés o casoplón, todo avanza y evoluciona, el castellano no es una excepción.
Algo me dice que si el castellano experimenta alguna evolución importante lo hará en ese sentido, puede que no sea pronto, pero quizás dentro de diez, veinte o cien años el pantalón roto sea lo más habitual y que la gente hable así con total naturalidad, puede que incluso miren hacia nosotros y nos consideren unos bárbaros por hablar como hablamos ahora.
Puede que incluso sea lo justo, lo correcto.
Manu Gf
Subinspector CNP.
No quiero una lengua rota.