Tras sumergirme de lleno en la obra de Walter Riso (Terapia Cognitiva: Fundamentos teóricos y conceptuales del caso clínico), he intentado estudiar las diferencias entre distorsión cognitiva y perceptiva, y así tratar de entender de alguna manera, esta nueva distorsión de la realidad. Salvando las distancias entre mi percepción y la que se obtenga fruto de cualquier análisis clínico profesional, uno observa ciertas similitudes que vienen a colación de esta cuestión de la que os quiero hablar, la distorsión de la realidad.
Un problema que va en aumento
Pueden definirlo como loco o surrealista, pero está claro que es un tema nada baladí. Eso de que “los malos, parezcan los buenos, y los buenos, y los no tan malos, sean siempre los peores”, es para hacérselo mirar.
Esto último puede parecer una teoría enrevesada o sacada de contexto, pero nada más lejos de la realidad, enciende tu televisión y en tu buscador de canales o de plataformas digitales tendrás el mejor ejemplo.
Podría enumerar fácilmente más de 20 series de televisión, películas o incluso algún musical en la que, criminales, narcotraficantes, terroristas y demás villanos, son dulcificados y promocionados como héroes o ejemplos a imitar. Seguro que en vuestra mente ya le estáis poniendo nombre a algunas de esas series, y seguro que como yo, también las habéis consumido.
El mundo del revés
El problema no está en verlas, lo negativo está en querer tomar como ejemplo a esos deleznables protagonistas. Hace unos años hubiese sido impensable que el prototipo de hombre exitoso a seguir fuese un proxeneta o un bandido, por eso no entiendo en qué parte de esta película que es nuestra vida me he perdido. No sé en qué momento de la evolución de nuestra sociedad se han cambiado los valores, y lo que en su día nos generaba rechazo, hoy en día es la imagen ha copiar.
Un bofetón de realidad
No es únicamente una percepción personal, pues una encuesta sociológica realizada en 2018 entre jóvenes entre 18 y 22 años, puso de manifiesto, que éstos preferían ser exitosos y obtener beneficios por la vía rápida y sin esfuerzo. Sus referencias para el éxito, eran las utilizadas por personajes icónicos que apostaron por progresar en la vida siendo transgresores de la ley y de las conductas sociables aceptables. En ese argumento, se basaban en su mayoría jóvenes con dificultades económicas, sociales y que se encontraban en un bajo momento personal y emocional.
Como seres humanos imperfectos, solemos tropezar varias veces en la misma piedra y equivocarnos, y a pesar de entender la equivocación como algo negativo, suele verse como también algo normal. Aunque en el error quepa el reproche, en el perdón y en enmendar lo errado está lo positivo. Poder caerse y saber levantarse, es parte de una de las lecciones de vida más importantes, pues ésta, siempre que puede, pone a prueba nuestra capacidad de superación.
Cuando uno ha tocado fondo, y piensa que no hay solución a sus problemas, se aferra a lo que más a mano tiene, escogiendo en muchas ocasiones como ejemplo a seguir prototipos falsamente idealizados, alejados de la realidad, de la legalidad, altamente nocivos, y por desgracia muy atractivos.
Un mal ejemplo
Tomando como referencia lo expuesto en el párrafo anterior, podemos ver una pequeña muestra de lo que supuestamente resulta vivir en una realidad distorsionada. Todo avanza a un ritmo vertiginoso, se está fomentando la creación de una idea equivocada de ciertos principios básicos para la convivencia, otorgándole un valor positivo al que transgrede la ley y un valor negativo a quien lucha por la justicia y por mantener el statu quo.
No hay diferencia entre realidad y ficción. ¿Dónde está el límite?
Si la gente empieza a desear ser un “Pablo Escobar” o el guaperas proxeneta de “Sin tetas no hay paraíso”, a la vez que aplaude a quién hace el mal y se regocija de ello, luego no podemos extrañarnos cuando vemos imágenes en la televisión, en las que se muestran escenas tan locas e incomprensibles como ver como unos ciudadanos “normales”, que supuestamente estaban gozando en familia de un día de playa, en cuestión de segundos terminan arrasando con un cargamento de paquetes de droga al observar que una de las narcolanchas que procedían de Marruecos quedaba varada al tocar la arena.
Ni es Hollywood, ni una República Bananera
Esa escena, la creemos propia de otras latitudes más “tropicales” donde ni la ley, ni la justicia son tenidas en cuenta. No era Colombia o Venezuela, era una playa de un municipio de Cádiz.
De locos ¿verdad?
No seré yo quien os diga si está bien o no ver esas series o películas, pero igual, si que es hora de ir dejando de ser tan “pasotas” e ir tomando parte activa en la tarea por revertir esta distorsión social. Mientras que los malos sigan siendo malos y nosotros todavía les veamos como buenos, se estará haciendo un flaco favor a la sociedad al tomar por aceptables esos referentes erróneos.
En lo poco o en mucho, también está en nuestra mano no darle pábulo al peligroso discurso de “un mal patrón”. ¿A caso no tenemos excelentes referentes cercanos mucho más ejemplares?