Es una realidad que la depresión post Covid va en alza y afecta a todas las edades. No es nada trivial ni ninguna broma porque la vida está al filo de la navaja. Desgana, apatía, atención dispersa, falta de concentración e inclusop érdida de interés por lo que antes era un hobby o una ilusión. El agotamiento y cansancio físico y mental son extremos que derivan en una situación de estrés maximizado y todo lo que esto conlleva: insomnio ,ansiedad en ocasiones y excitabilidad, mientras que en otras el letargo e hipotonía.
Se pierde el interés por todo y solo se desea soledad. Molesta la gente, la familia, el ejercer cualquier actividad y la vida se convierte en una carga muy, muy pesada e insostenible. No entiende de edad y es significativa también en menores. La ayuda temprana y en la que deben implicarse gobiernos y colegios es trascendente. Etapas de miedos, aislamiento, descubrimiento de la nula empatía y comprensión de quien creías tus afines y amigos.
Respecto al resultado de esta conducta hay que tener en cuenta la exposición a factores previos tales como el aislamiento social y una campaña de vacunación, que lejos de la concienciación, se convirtió en un auténtico acoso televisivo hasta en programas de diversión que son para “desconectar”.
De repente, salida en estampida y se descubre que parecemos de acero. Que ni un concierto ni una música ni una fe nos hace vibrar. Ya es difícil hallar motivaciones o ilusiones. Da igual vivir que morir porque la vida perdió el sentido. Las familias en numerosas ocasiones presionan y no entienden ni ayudan al depresivo sino que magnifican su problema. A veces no es necesaria medicación sino que basta el alejamiento de un entorno tóxico que aniquila y mata.
Hay que gritar a los cuatro vientos la existencia de esta problemática porque va íntimamente unido a la prevención del suicidio. A veces, en lo más nimio y sencillo está el resurgir de una motivación y en una caricia o un abrazo. Practicar mucho la terapia del abrazo , de decir te quiero y eres importante en mi vida .Comunicar y respetar al diferente y ante toso no coaccionar ningún entorno a un ser humano libre de pensar y sentir .Volverá la sonrisa y la complicidad y bastará respirar aire puro para amar la vida.
Análisis de Pilar Enjamio Furelos, psicóloga