Ambas palabras proceden del latín y aparecen definidas en derecho romano.
La “autoritas” es el prestigio, el respeto, la confianza que genera un líder. La tenían los estudiosos del derecho y aquellos sabios, en general doctos en cultura, que se ganaban el respeto moral por sus actos y saber hacer, los líderes sociales.
La “potestas” es la autoridad que genera un cargo, el poder ostentado por la posición administrativa/social de un individuo.
Aunque sería lo deseable, no siempre estos conceptos se unen o confluyen en una persona.
Hoy, mientras tomo el primer café, leo una lamentable noticia publicada en un medio digital. Refiere que un comisario y un “subjefe” de la Policía Nacional, tras un problema con patrulleros de la policía local de cualquier ciudad de España, sueltan el famoso y recurrente: “Tu no sabes con quien hablas”, “Chica, te la estas jugando. Te estas pasando de la raya” …. El resto sobra por vergonzoso.
Mientras daba el último sorbo al café, imaginé la cara de los policías locales ante semejantes palabras, ahora los modernos la representan con el emoticono, “carita con ojos muy abiertos”.
Supongo, no lo dice la notica, que los patrulleros explicaron al comisario que su potestad no llega a ese extremo. Su cargo, meramente administrativo, no lleva implícita la potestad de nombrar o retirar policías locales.
Su potestad es muy limitada … en otras palabras; es jefe quien paga el sueldo y tiene capacidad de despido, es administrador quien organiza servicios.
Por tanto, carece de “potestas” para cumplir sus palabras y pierde la “autoritas”, si la ha llegado a tener, al emitirlas.
Sigo leyendo; “A prisión un joven por agredir a un juez que le condenó”, esto si es verdadera “potestas” …
Marco Aurelio tenía un sirviente para que caminara tras él, cuando entraba tras sus glorias en Roma, su única misión era que, ante las alabanzas de la gente, le dijese al oído: «Respice post te, hominem te esse memento» (Mira hacia atrás y recuerda que sólo eres un hombre).
Friego la taza y empiezo el día.