El pasado día 11 de octubre, agentes de la Policía Nacional procedían a la detención de Juan José Cortés, padre de Mari Luz Cortés (la menor que perdió su vida en 2008 a manos de Santiago del Valle). Los hechos se derivan en una presunta agresión de Cortés a Candela Medrano, una malagueña con una notoria actividad en la res social Tiktok.
En referencia a supuesta agresión, me ha resultado extraña la noticia de que Juan José Cortés, haya agredido a una mujer. Por supuesto que todos estamos en contra de la violencia pero no olvidemos otro factor clave, hay algo se llama provocación.
Me resultaba una cara conocida Candela grabando un vídeo en una ambulancia y afirmando le había dado un presunto golpe el padre de Mari Luz. Es de mencionar que esta misma persona a través de las redes sociales procedió a difundir ataques en relación a la trágica muerte de la pequeña tales como que estaba mejor muerta que con su familia.
Grabaciones sin educación, con insultos que más bien parecen de patio de vecinas. Conozco a Juan José Cortés, padre de Mari Luz, menor asesinada por un pederasta, y como psicólogo y amiga se de su dolor insuperable por esta pérdida que no fue un duelo normal sino que fue un síndrome post traumático de por vida.
Aún no lo ha superado, está maquillada su angustia. Jamás ha vuelto a hallar la paz. La afirmación tan soez y sin empatía de esta mujer provoca y si es de forma continua, el sacar de las casillas a cualquier ser humano.
“Juanjo Cortés es un hombre de paz, de amor universal y yo le creo”.
Se afirma en Caso Abierto que a Candela Medrano le constan 17 detenciones debidos a malos tratos y estafa, robo con violencia y falsificación. Esa misma mujer por cuya boca salieron palabras tales como: “Tu hija está donde tiene que estar”. Sin palabras ante semejante comentario.
Como profesional, a raíz de tales hechos, he visto a Juan José Cortés destrozado, con una herida más abierta que nunca, una desesperación brutal y encima invirtiéndose su rol de víctima para convertirse en verdugo. Eso es el victimismo.
“Primero la provocación, pero eso no se graba”.
Otro terror de las redes es reenviar y sacar a la luz mensajes de WhatsApp que deberían permanecer en la privacidad porque esta es y debería ser sagrada excepto si es requerida por la policía. No vale el “si es si”, ni grabaciones con finalidades claras de desprestigiar.
Los comentarios sobre Mari Luz son en mi criterio “auténtica violencia” y mientras no se demuestre lo contrario hago público mi apoyo al hombre, al amigo, a una persona de paz que tuvo la mala suerte de que un desgraciado segara la vida de su pequeña, algo que es… imperdonable.
Autora: Pilar Enjamio Furelos | Psicóloga, escritora y colaboradora en distintos medios de comunicación