Artículo remitido por Juan Pablo Anca Cuesta.
Subinspector de Policía Nacional, Grado en Relaciones Internacionales y experto en análisis de inteligencia.
Una Policía para el S.XXI
Os dejamos un excelente artículo de Pablo, sobre la jefatura y el líder, profundiza en el tipo de liderazgo en la Policía Nacional:
El órgano administrativo territorial de mayor escala en la Policía Nacional es la Jefatura Superior, también existe el término “Jefatura” para referirse a una jefatura de Policía Local o a una de tráfico.
El trabajo policial implica tomar decisiones sobre la vida de otros y no solo obedecer, por lo que sería deseable hablar del liderazgo más que de la jefatura, también sería deseable que estos órganos estuvieran dirigidos por más líderes y menos jefes.
Un líder defiende la Ley, mientras que un jefe opta por proteger a la autoridad, de facto, más de uno se ha considerado por encima de la ley hasta que llegaron las malas noticias como le ocurrió al Comisario Villarejo, un jefe de la vieja escuela detenido por un líder, Rubén Eladio, el inspector que destapó la trama en contra de la voluntad del anterior Director Adjunto, quien se encargó de que, una vez concluida la investigación, el líder fuera denostado a ocupar el peor puesto en la Policía para un inspector en los calabozos de la Jefatura de Madrid, por tener la osadía de defender la ley y no proteger a la autoridad.
Los que compran títulos en la Rey Juan Carlos no lo mandaron de vuelta a su puesto de trabajo en la Comisaría General de Policía Judicial tras diez años de experiencia como investigador, aun a pesar de tener todos los cursos de especialización en policía judicial y 5 grados universitarios (empresariales, económicas, ADE, derecho y criminología). Su grupo no recibió ni los buenos días por destapar las cloacas y poner en un informe policial que la cúpula estaba podrida. El grupo de obedientes que lo sustituyó en la investigación una vez expulsado de su puesto de trabajo, recibieron la medalla al mérito policial con distintivo rojo. Decir que Villarejo y Eugenio Pino (el Director Adjunto) eran delincuentes, no podía salir gratis. Roma no paga traidores, las cloacas sí.
Ser jefe en la Policía de Villarejo no es difícil, hace falta tener miedo a la autoridad, ser obediente y no pensar demasiado, no molestar, no hacer ruido y permanecer camuflado esperando a que llegue la siguiente medalla que se reparte por turnos.
Mercadear por los despachos, intercambiar favores, especular con información sobre la vida de otros y pasar por el aro que haga falta, permite desarrollar una carrera profesional que de otro modo no se conseguiría. Esta estrategia forma parte de “la venganza de los torpes”, aquellos que compensan su torpeza con habilidades sociales.
Adaptar la realidad al contexto para que siempre algo quede oculto, ser políticamente correcto y omitir los datos incómodos también forma parte de la receta de los obedientes.
Ser líder es más complicado porque un requisito fundamental es ser íntegro, otro sacrificarse y otro predicar con el ejemplo, ser el primer soldado.
A esto se le añade el espíritu crítico, cuestionarse a uno mismo y por supuesto cuestionar la autoridad, que no es otra cosa que una posición temporal ocupada por humanos con debilidades a los que el destino ha colocado en ese lugar.
Ser líder implica estar dispuesto a aplicar la lógica de lo correcto antes que la lógica de la consecuencia, no tomar la decisión conveniente ni pensar a corto plazo, sino adoptar la decisión que todos esperan, aunque no se obtenga un beneficio visible, no se gane nada con ello o incluso perjudique su reputación.
Estar dispuesto a ser denostado y recibir castigos en lugar de recompensas, a ser tachado de “conflictivo”, de “ruidoso” o de “problemático” por sacar a la luz lo que callan quienes optan por “evitar problemas”.
No dar cabida a quien va con la pelota por delante y el puñal por detrás o estar dispuesto a dejarlo hacer de las suyas mientras come palomitas en el sofá tomando nota en su libreta para dejarlo todo documentado, que se confíe y luego mandarlo “al matadero” a rendir cuentas.
Ser líder conlleva aceptar que quien hace cosas comete errores porque toma decisiones y quien no hace nada, no hace nada mal, porque “todo es competencia de otros” o simplemente “no sabe hacerlo”. También saber en qué momento un error deja de serlo y es un acto mal intencionado.
Los recursos humanos a diferencia de la política de personal no son derecho administrativo, son psicología de las organizaciones y guardan más relación con la administración de empresas que con el derecho, pero todavía hay más juristas que gestores en la administración. Predomina la visión encorsetada sobre la transversal, los funcionarios como medios más que como fines, el cambio se percibe como una amenaza y no como una oportunidad, lo dinámico amenaza a lo estático y quien está cómodo no quiere sorpresas. La estructura se mantiene, o mejor dicho, la mantienen.
¿Qué clase de líder debería ser un policía? ¿Y un mando?
La respuesta es que no existe un modelo de liderazgo único, pero sí uno dominante en el modelo actual que es fiel reflejo de la personalidad de quien lo ejerce.
La buena noticia sobre el liderazgo es que se puede aprender y mejorar a través de la práctica.
Tampoco existe un perfil único de subordinado (ni de ciudadano) y el desafío del líder reside en elegir el modelo que aplicar según el contexto y la persona que tiene que dirigir o con la que tiene que negociar ¿es mejor un estilo dominante o uno cooperador? ¿uno proactivo o uno pasivo? Depende si es para dirigir a un inexperto, a un veterano, para hablar con un denunciante o para negociar con un secuestrador.
Existen cinco modelos de liderazgo fundamentales y todos ellos tienen aplicación dentro del modelo policial en diferentes contextos. La diferencia entre aplicar uno u otro modelo será lo que marcará el resultado entre éxito y fracaso en los fines y en los medios, en los resultados y en los procesos, en las relaciones y las tareas.
Entre tener aliados dentro de la organización o tener rivales y enemigos, pero explicar cada modelo de liderazgo aplicado al trabajo policial es materia de futuros artículos. Lo que sí sabemos es que actualmente para cualquier área o contexto en España predomina un modelo: el autocrático basado en la jerarquía, lo cual puede ser útil para unas cosas, pero no para otras, por ejemplo en orden público, pero no en investigación donde prima lo colaborativo, o en un radio patrulla donde la iniciativa y la toma ágil de decisiones marcan la diferencia.
Conseguir que las dependencias policiales sean centros de liderazgo en lugar de jefaturas de policía, es un desafío del siglo XXI como lo es una política de recursos humanos que trate al policía como un fin en lugar de como a un medio.
Un modelo que valore a las personas como la parte fundamental de las organizaciones y no transforme la seguridad pública en un mercadillo con clientes a los que se convence de que están seguros, pero no se les da la seguridad que esperan.
excelente articulo.
Cuando se escriben este tipo de artículos se debería contrastar la información antes de su publicación. Y más los intereses que están detrás. Más que nada para no confundir a los lectores. Entres algunas de las desinformaciones que contiene, la mayor mentira es que RUBEN ELADIO no detuvo al Comisario Villarejo.
No practicó la detención, “detuvo” sus prácticas, en el contexto de la publicación se comprende.
Es más fácil decir que “lo detuvo” para que cualquiera lo comprenda haciendo una interpretación contextual y no literal. Lo literal queda para documentos formales.