Agentes de la Policía Foral adscritos a la Brigada de Protección Medioambiental han investigado recientemente a un vecino de una localidad de Tierra Estella de 72 años como presunto autor de un delito de maltrato de animales domésticos, al abandonar un saco con una camada de ocho perros en un contenedor de basura.
El hecho sucedió en diciembre del año pasado y se descubrió cuando un ciudadano se disponía a echar una bolsa de basura al contenedor. En un momento dado, escuchó unos gemidos entre los residuos y encontró un saco en el que había ocho cachorros de perro.
Siete estaban muertos y sólo uno había sobrevivido, aunque se encontraba frío y tembloroso. El ciudadano se lo llevó a casa para darle una primera atención, a la vez que daba aviso a Policía Foral y contactaba con una asociación dedicada al cuidado y protección de animales. El cachorro precisó asistencia veterinaria, ya que se encontraba en estado reservado con dificultad respiratoria.
Hasta el lugar se desplazó una patrulla de la comisaría de Estella-Lizarra, que se entrevistó con el alertante y comprobó que los otros siete animales habían fallecido. Posteriormente, el Grupo de Investigación Medioambiental se hizo cargo de las pesquisas, recogiendo los cuerpos de los cachorros fallecidos y tomando manifestación a varios testigos. Estudiando la información obtenida, las pruebas en el lugar y los datos de los censos caninos del entorno, los investigadores se dirigieron a una explotación ganadera situada en Tierra Estella, donde podrían haber nacido los cachorros.
Allí se entrevistaron con el responsable, que afirmó tener varios canes, entre ellos una hembra que había dado a luz recientemente, y que conservaba dos cachorros vivos. Los agentes comprobaron varias irregularidades en la vacunación antirrábica de los animales y tomaron muestras de ADN de la perra para ver si coincidía con el de los cachorros, que resultó ser el mismo.
Inicialmente, el responsable de la explotación reconoció ante los agentes que la perra había tenido una camada de diez cachorros, y que había decidido quedarse con ocho y acabar con la vida del resto. Sin embargo, en el transcurso de la investigación, cambió de versión para afirmar que los ocho cachorros habían muerto accidentalmente tras ser aplastados por una paca de paja. La necropsia de los cuerpos de los animales no respaldaba esta segunda versión, por lo que finalmente se le imputó un delito de maltrato de animales domésticos, recogido en el artículo 337 del Código Penal.
Las diligencias propias del atestado fueron remitidas a un juzgado de instrucción de Estella-Lizarra, donde se sigue la causa.