Aviso a navegantes. Siempre que en esta columna se habla de delincuencia o inseguridad, se hace desde la objetividad, el rigor y por encima de todo, desde la perspectiva de los profesionales que se dedican al ámbito de la seguridad. Cualquier intención tendente a tergiversar el mensaje que aquí se da, apuntando directamente a factores territoriales culturales o de corte ideológico será únicamente fruto de su comprensión lectora, y no, de quien suscribe estas palabras.
Un ejemplo
Que Cataluña a día de hoy es una comunidad autónoma en la que existe una altísima sensación de inseguridad es un hecho contrastable, no lo digo yo, basta con hablar con sus ciudadanos o con echar un vistazo a todas aquellas informaciones publicadas al respecto en los diferentes medios de comunicación, y en los que casualmente, solo se muestran los casos más graves.
Suma y sigue
Por hacer listados y engordar estadísticas que no quede, pero no os voy a aburrir con cifras y me voy a limitar a poneros algunos de los ejemplos más relevantes. La variedad delincuencial es evidente, y va desde incidentes provocados por los violentos okupas de la Zona Alta, pasando por las habituales reyertas a machetazos o con armas de fuego que se dan lugar por quienes frecuentan los narcopisos en las zonas de El Raval, Barrio Chino y el puerto de Barcelona, a zonas como el Delta del Ebro, donde las narcolanchas se adentran hasta el interior, buscando lugares seguros para realizar la descarga de sus alijos de droga, llegando a zonas tan turísticas como el paseo marítimo de Salou, donde hace apenas unas semanas ha tenido lugar otra ejecución en plena vía pública a primera hora de la noche.
Una impunidad pasmosa
Los delincuentes no se esconden, se sienten libres e impunes para cometer sus fechorías a cualquier hora del día sin necesidad de buscar el anonimato. Da igual si son okupas violentos, si se trata de bandas que merodean las zonas de los hoteles en busca de turistas distraídos a quien dejar “pelados”, o de peligrosos miembros de carteles mafiosos franceses con base en Marsella, que arriban de vez en cuando a Cataluña para ajustar cuentas. Sean unos u otros, todos estos delincuentes campan a sus anchas por toda la geografía catalana, sumando granitos de arena a la montaña de la inseguridad, y contribuyendo a generar desconfianza y miedo entre autóctonos y turistas.
El miedo particular
El temor ya no está únicamente en que te sustraigan el bolso, o roben tu coche, está, en como pasó fatidicamente con el turista canadiense, al que que una banda de origen magrebí, no cortos con robarle le propinaron una bestial paliza tirándole posteriormente por un puente y muriendo ahogado por causas atribuibles a la agresión. Eso, o que vayas paseando tranquilamente por una concurrida avenida de Salou y ser víctima de una de las balas perdidas producto de un tiroteo entre bandas mafiosas rivales en plena calle.
Ya no son solo los hurtos, o los robos con violencia, son agresiones, o incluso asesinatos, los que traen de cabeza a la sociedad y a cuantos policías luchan contra una delincuencia cada vez más salvaje y violenta.
Delincuencia organizada y el limbo judicial
Todas las semanas conocemos hechos ocurridos en nuestras grandes ciudades, peleas, reyertas, etc, pero en el caso en concreto de Cataluña, se ha dado un salto cuantitativo y cualitativo a nivel delincuencial.
En cuanto al crimen organizado, en la zona se producen cantidad de operaciones, en las que se producen un alto número de detenciones, pero a la hora de la verdad, resulta tan complicado llegar a esclarecer muchos de los hechos delictivos de estos grupos, que una gran cantidad de las investigaciones se pierden en una inexplicable demora temporal.
Son muchos los casos que, por esas demoras o por los limbos judiciales se terminan computando como hechos aislados y no consiguen vincularse unos con otros. Es este extremo de suma importancia, ya que relacionar a muchos de estos delincuentes habituales con bandas criminales o grupos organizados es prácticamente imposible, y de manera incomprensible serán juzgados como delincuentes comunes obteniendo una rebaja significativa en las penas.
Un lugar muy atractivo
Tener frontera con Francia y ser una zona con una amplia zona montañosa y una extensa costa, favorece la confluencia de una extensa amalgama de especialidades delincuenciales. No obstante la labor de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado es incesante y muy activa, por lo que los distintos cuerpos policiales coincidentes en la comunidad autónoma, bien sea de manera individual o mediante operaciones conjuntas, presentan batalla y mantienen un pulso constante contra esta delincuencia tan particular.
Un colapso inminente
El colapso en la seguridad está servido, y no porque no exista un muro de contención potente contra la delincuencia, sino porque faltan herramientas legislativas y judiciales que sirvan de respaldo a cuantas actuaciones policiales se lleven a cabo para revertir la inseguridad y prevenir la del delincuencia.
Si se continúa poniendo el foco en cuestiones superfluas y folclóricas, si no salimos del “yoísmo”, si seguimos embobados negando lo evidente, este grave problema se volverá crónico, si parte de la ciudadanía y de quienes desde las instituciones les representan, a día de hoy, continúan sin ser conscientes de lo que está sucediendo a nivel de delincuencia e inseguridad, va a llegar el momento, en el que asimile esta anormal situación, dándola por aceptable, entrando seguidamente en una dinámica autodestructiva.
Y eso como la pandemia se expande y van cogiendo más y más terreno para su fomento delictivo
Así es Susana, es prácticamente como una plaga, de hecho eso es lo que está preocupando. La facilidad de expansión es un problema muy serio y a tener en cuenta.
Gracias por dedicar tu tiempo a leer el artículo y a participar con tu mensaje. Un saludo
Hola Braulio he leído el artículo y me ha gustado leerlo