Han pasado treinta años del brutal atentado cometido por ETA en el Centro Penitenciario de Sevilla I, la antigua cárcel provincial hoy desaparecida. Fue éste, el más sangriento atentado de la banda terrorista ETA en Andalucía, asesinando a cuatro personas inocentes, el funcionario de prisiones Manuel Pérez Ortega, los internos Donato Calzado García y Jesús Sánchez Lozano, y el ciudadano Raimundo Pérez Crespo, que iba a visitar a un pariente interno del Centro Penitenciario, amén de más de una treintena de heridos, entre los que se encontraban niños, algunos de extrema gravedad.
Hoy, donde estaba el viejo presidio provincial, ocupa su lugar un parque, y todo el dolor para aquellos que no conozcan esta historia quedó almacenado en la memoria de quienes lo vivieron.
Corresponde a aquellos que la conocen, que conocen sus vidas, no olvidarlos, y rendirles un tributo de recuerdo fiel y permanente, intacto. Por todo ello, Tony, su compañero y representante de la Asociación de Funcionario de Prisiones, APFP, se ha acercado y depositado un ramo de flores, añadiendo la sempiterna cinta del Pilar que por costumbre lleva en cada homenaje, la ha anudado a la cintura del ramo, depositándola en un lugar indiferenciado, que un día ocupó el edificio hoy derruido junto a una nota de recuerdo.
Antonio me acompaña. En su recuerdo, que permanece innato y caminando por Sevilla, me cuenta lo ocurrido en aquellos días, lo que sintió, lo que su vida cambió, que fue mucho y todo lo que encierra una fecha grabada e imborrable, lo que sintieron los compañeros, cómo afectó a sus familias, cómo fueron tratados. O cómo no lo fueron. Cómo la Institución y los poderes públicos riegan con silencios el silencio de su vida. Me habla de cómo era Manuel, del recuerdo en el día a día del trabajo, de lo buen compañero que era.
De cómo tuvieron que proteger a los presos etarras que, anticipándose al hecho que iba a llegar y sus funestas consecuencias, en la vorágine, en el torbellino del hedor a horror corrieron a buscar refugio y protegerse de la furia y la venganza de una población reclusa por lo cobarde del acto. Auxiliando su amparo los mismos funcionarios de prisiones que, un momento antes frente a aquellos que pedían protección, era asesinado nuestro compañero.
La cobardía tiene ese grado de cinismo para quienes son capaces de llegar a esa gigantesca falta de humanidad. Entonces el valiente y el Héroe iba de azul, actualmente en color crema, pero siempre Héroe. Ése mismo día, sin dilación y en el acto, fueron cundados todos los protegidos pues el patio de los comunes transformado en -Olarra- no generó demora en la advertencia.
La justicia y corte carcelaria contra la penitenciaria es mucho más aguda, directa y clara (runa indeleble en patio cerrado) dejando a cada conciencia personal su escala de sinceridad.
Antonio me acompaña. Me sigue relatando ese momento, ese día, y ese día en su día a día. Escucho y agudizo el oído, en silencio; él continua con su perorata personal e íntima dando voz a los heridos sin nombre que reclaman ese espacio de confesión y reconocimiento. Él es mil voces en una.
Querido Manuel, Estimada Familia, agradeceros cuya forma no me concede la palabra, el poder haberos ofrecido en nombre de todos mis compañeros presentes y los que no han podido acercarse, en nombre de aquellos que os mantienen en su recuerdo y en nombre de la propia Institución Penitenciaria que todos representamos, este homenaje de cariño y recuerdo, íntimo y colectivo.
Concedido este deseo, continuaremos por el camino de la honra y de la memoria de todos y cada uno de mis compañeros que dieron con su vida el carácter que hace que miremos de frente recordando el pasado con devoto respeto. Gracias por tus palabras y por acompañarme Antonio.
Con cariño sincero, Tony.
Al acto, pese a estar todos los partidos políticos invitados, sólo acudió VOX, los cuales no quisieron dejar pasar la oportunidad de acompañar a familiares, compañeros y amigos en este triste recuerdo.