Funcionario de Prisiones asesinado por ETA de dos disparos por la espalda camino del Centro Penitenciario de Martutene en San Sebastián. Ocurrió un 22 de enero de 1993. De madrugada.
Si observamos nuestra historia con ojos perspicaces, una forma de desprecio es no dedicar un estudio sobre vuestras vidas. Y el instruido político al leer aquello que escribo le asombraría este hecho, como si tal opción se asemejara a usar un hacha de campo para cortar un filete de pollo. Mi obligación es insistir. Nuestra exigencia es perseverar; ésa es nuestra responsabilidad.
Querido y dulce compañero, Querido José. Lo escrito reserva y entrelaza un tierno y titánico sentimiento de cariño, con el fervor omnipresente de preservar tu nombre entre los nuestros. La erupción sentimental es de tal calibre que espero que en el vasto mar del recuerdo en el que tantos años llevo navegando, me lleve de nuevo hasta tu corazón. El batiscafo que transporto en la nave que capitaneo sin tripulación, conserva en sus reducidas dimensiones la capacidad y la voluntad de adentrarse una vez más en el muro inmaterial del dolor familiar sumergido a miles de metros allá en el fondo abisal, lejos de nuestra orilla cerca del sol.
La negra salinidad, tan espesa que no deja franquear un débil rayo de luz al hundirme en sus negras y azabaches aguas, me permite bajo el potente foco cenital honrar tu reposo como mereces. ¿Cuántas veces hemos bajado al fondo de este extraño mar incorpóreo?, ¿sería posible descender a este abismo de recuerdo personal?
El arco humano de medio punto que se dibuja frente a tu nicho, conserva un fervor común entre los allí reunidos, y junto a tu madre querido compañero, os recordamos en sagrado silencio. Y cuando al caer la tarde la forma de un Burgos majestuoso vaya desapareciendo en el horizonte tras la invisible estela del coche que a su espalda abandone el lugar, permanecerán como egregios vigilantes las cintas del Pilar y el hermoso caleidoscópico ramaje que, con su ardiente colorido velarán vuestra quietud y paz. Testigo de lo que afirmo quedará la luna, que bruñida de una plateada figura os iluminará con infinidad de destellos.
Y al acabar el acto cuando torzamos el gesto y echemos una mirada a nuestro alrededor, tu recuerdo habrá sido nuevamente sellado, lacrado bajo la responsabilidad de lo debido. Guardado en vida sobre los goznes del sacrifico penitenciario.
Yo, que he visto llorar como un niño a una víctima de este dolor, que he visto como se humedecen unos ojos repletos de arrugas, tartamudear con solo evocar la presencia del hijo ausente, sufrir el entorpecimiento de la lengua, trabarse por no conseguir articular una palabra sobre otra, pedir humildemente perdón por ello, auto silenciarse en su propia resignación, miradas de una ausencia enternecedora advertidas furtivamente, frotarse intensamente las manos, como si al hacerlo el milagro de la vida le concediera el poder ilimitado del retorno. El tiempo no concede tregua por el asesinado.
Conservo con intensa pasión los recuerdos pasados junto a todos ellos, reservo una parte de mi vida a honrarlos, escribo para mutar su dolor por un abrazo sentido, le pido a Dios que me conceda la perseverancia para no decaer, y como me ha sido concedido llegar a una parte de ese inabarcable dolor personal, recordarlos el tiempo que en vida me sea concedido.
A ti, estimado Dimas, darte de nuevo las gracias por facilitarme las cosas cuando cercana la fecha del recuerdo he de acercarme a Burgos. Extiende mi agradecimiento personal a toda la familia y amigos, en especial a su hermano Roberto.
Con cariño sincero. Tony | Centro Penitenciario de ZUERA a 22 de enero del 2024
Dejo en el tintero de la memoria penitenciaria esta dedicatoria escrita por su amigo llamado Raúl B. que firmó en el Diario de Burgos el veintitrés de enero de mil novecientos noventa y cuatro en columna de honor. En ella podía leerse:
Tus compañeros de seminario te recordamos como un hombre pacífico, bonachón y conciliador. Conocedor del espíritu humano. Dejaste la Teología por la Psicología. Y en tu espíritu humanista latía la obligación y evocación de dedicarte a los demás. Hiciste oposiciones a funcionario de cárceles. Te admirábamos. Sin ir más lejos, el sábado pasado en Burgos, entre vino y vino compartido en el suelo de nuestras calles y bares, nos hablabas de cierto cansancio y añoranza pro volver a tu tierra. Volverás, para descansar definitivamente.
(Texto extraído del Libro VIDAS ROTAS)