La hibristofilia, también conocida como síndrome de Bonnie & Clyde o síndrome del enamoramiento criminal, es una parafilia poco conocida que explica la atracción que algunas personas experimentan hacia individuos autores de crímenes horrendos o de otros delitos crueles, generalmente contra la vida. El término lo acuño en los años 50 el psicólogo y sexólogo John Money, quien descubrió este fenómeno que afectaba mayoritariamente a mujeres.
Origen
El vocablo “hibristofilia”, que proviene del griego “hibris“, significa “desmesura” y “transgresión”; por su parte, “philia” se refiere al “amor” o “atracción”. Así, las personas que abrigan la hibristofilia se sienten atraídas por asesinos en serie, homicidas o delincuentes muy violentos. Esta seducción puede manifestarse de diferentes formas; desde el interés morboso por la vida del criminal, hasta la búsqueda activa de una relación o fantasías sexuales. Las estadísticas revelan que la hibristofilia se da fundamentalmente, como queda dicho, en mujeres.
Casos palmarios
Casos palmarios de hibristofilia o síndrome de Bonnie & Clyde que han transcendido a la opinión pública son los de Charles Manson, condenado a cadena perpetua por haber ordenado a los seguidores de su culto satánico el asesinato de 9 personas hace medio siglo en California; el noruego Anders Behring Breivik, que cumple sentencia de 21 años por el asesinato de 77 jóvenes en 2011 (no le ha salido cara la carnicería al vikingo demente); el estadounidense Chris Watts, quien en agosto de 2018 asesinó a su esposa embarazada y a sus dos hijas de tres y cuatro años de edad; o los españoles José Rabadán, conocido por el crimen de la catana con la que mató a sus padres en abril de 2000; y Miguel Carcaño, asesino confeso de la joven Marta del Castillo en enero de 2009 en Sevilla y, en mi opinión, una clara muestra de actitud de triada oscura: maquiavelismo, psicopatía y narcisismo.
Mujeres fascinadas
A todos ellos les contactaron mujeres fascinadas por sus perfiles y les ofrecieron no sólo ayuda en prisión, sino relaciones formales, llegando a casarse con algunos convictos. Un arquetipo de asesino en serie arropado por las fans fue Richard Ramírez, más conocido como “El acechador nocturno”, autor de 14 asesinatos; durante el juicio, decenas de mujeres se agolparon en la sala de vistas con la esperanza de hablar con él; finalmente se casó en prisión con una admiradora que le escribía cartas de amor a diario.
Causas
Las causas que subsisten detrás de la hibristofilia aún no se comprenden racionalmente. Algunos estudios teorizan en el sentido de que pueden estar conectadas con una forma extrema de atracción por el poder y la dominación y no tanto por justificar la acción delictiva, que incluso llegan a rechazar. Los criminales violentos a menudo ejercen un control total sobre sus víctimas, lo que podría despertar un deseo de sumisión y entrega en las personas con hibristofilia. El hecho de que estos criminales hayan violado normas sociales y desafiado el sistema establecido, logra generar asimismo un atractivo adicional de idealización al percibirlos como individuos rebeldes y fuera de lo común; la vieja historia de “chicos malos”.
Amor enfermizo
Un asesino en serie es posiblemente para este tipo de personas un poderoso “macho alfa” antropológico. Especialistas en salud mental han comparado “el amor enfermizo” hacia los autores de crímenes como una forma extrema de idolatría, no exenta de adrenalina primaria. Siquiera así, cuesta entender el caso paradigmático del psicópata Ted Bundy, asesino en serie estadounidense con 36 crímenes sobre sus espaldas, que recibía invariablemente todas las semanas cartas de mujeres en la cárcel pidiéndole amistad y encuentros vis a vis. Incluso una de las chicas solicitó acompañarle en los últimos momentos de su ejecución en enero de 1989 camino de la silla eléctrica.
“Novio perfecto”
Los estudios empíricos realizados hasta ahora indican que muchas mujeres atraídas de este modo por criminales están en la creencia de que con su amor (en realidad una fantasía romántica), pueden transformar y, lo más importante, REDIMIR con mayúsculas al asesino. Otros precedentes objetivables son, aunque se juzgue insólito, el hecho de percibir al criminal como un niño pequeño e indefenso que alguna vez fue y, a través del instinto maternal y la compasión, “cuidar de él” con ternura; acaso también idealizarle cual “novio perfecto” que constantemente piensa en ella como “salvación” para pasar sus días entre rejas, prolongando así la quimera. Otra de las razones, menos sensiblera, es la notoriedad, la fama, la trascendencia mediática y, por consiguiente, la mercantilización de los sentimientos mediante su banalización.
La bella y la bestia
Las implicaciones éticas y morales de un tema tan complejo como este son evidentes. Estamos ante la “bella y la bestia”. No obstante, la hibristofilia, síndrome de Bonnie & Clyde o síndrome del enamoramiento criminal, no debe confundirse con el apoyo o justificación de los crímenes perpetrados por el convicto. Se trata de una atracción que surge a nivel emocional o sexual, pero no implica necesariamente respaldo a las acciones delictivas. Con todo, y aún así, promover el respeto y la empatía hacia las víctimas de los delitos debe ser una prioridad en nuestra sociedad.
Y recuerden, tengan cuidado ahí fuera…, pero sin obsesión.
(*) Ricardo Magaz es profesor de Fenomenología Criminal en la UNED, ensayista y miembro de la Policía Nacional (sgda/ac)