Columna de Ricardo Magaz en h50 Digital Policial. “CRÓNICAS DEL NUEVE PARABELLUM”
Griselda Blanco Restrepo (Cartagena de Indias, 1943; Medellín, 2012) ha sido la mujer más poderosa y brutal que ha dado el narcotráfico. Apodada “La reina de la cocaína” y “La viuda negra”, dirigió con mano inclemente el Cártel de Medellín antes de pasarle el relevo a Pablo Escobar. Se cumple en estos días el décimo aniversario de su muerte a tiros en un ajuste de cuentas en una carnicería de Medellín. Tenía 69 años. Adicta a la adrenalina de la ira, a la coca y al sexo, con su fallecimiento desapareció la matriarca más sanguinaria del narcotráfico en el último siglo.
Psicópata cruel
Griselda Blanco era una psicópata de libro: narcisista, sin empatía hacia el sufrimiento, sin remordimientos, manipuladora y, como queda dicho, extremadamente cruel. Entre los centenares de asesinatos que ordenó cometer en Colombia y en Estados Unidos, están dos de sus tres maridos.
Griselda, ocupa junto a Pablo Escobar y El Chapo Guzmán, el pedestal de “leyenda” en el mundo narcocriminal. Nacida en el seno de una familia desdichada, creció en las calles de Medellín trampeando, extorsionando y colaborando ocasionalmente como gancho en secuestros de niños de familias pudientes para pedir luego rescate.
Sicarios
En ese caldo de cultivo no tardó la colombiana en tantear la merca de cocaína y escalar puestos. Poco a poco se fue haciendo un nombre a base de brutalidades. Griselda está considerada la primera capo en subcontratar sicarios para eliminar rivales y sembrar el terror a su alrededor. Así llegó a la cima del Cártel de Medellín, un grupo por entonces dividido en facciones territoriales que ella “domesticó” a quemarropa, erigiéndose en matriarca indiscutible. Se calcula que, hasta el momento de su detención en 1985, junto a una treintena de sus hombres en el caso más grande sobre tráfico de drogas de la época, había mandado asesinar, y a menudo decapitar y colgar en puentes, a varios centenares de personas.
Ciudad sin ley
Valorada como una de las mujeres más ricas y peligrosa de su tiempo, dejó paso a Pablo Escobar, “El patrón del mal”, en la jefatura del Cártel y se convirtió en embajadora plenipotenciaria del capo de capos en Miami durante las décadas de los 70 y los 80. Toda la cocaína que entraba vía Miami la aprovisionaba el omnipotente clan de Griselda. Toneladas y toneladas de farlopa inundaron la metrópoli hasta ponerla al límite de una ciudad sin ley. A otras poblaciones del estado de Florida les ocurrió lo mismo.
Cocaine Cowboys
Para hacernos una idea del negocio conviene ver el documental “Cocaine Cowboys” (2006), del cineasta Billy Corben, donde se narra el cambio radical de la ciudad a partir de la cocaína y la violencia de Griselda. No es esta la única cinta que la industria cinematográfica ha producido sobre “La viuda negra”. En 2017 se rodó la película “Griselda: la reina de la cocaína”, del director Guillermo Navarro, protagonizada por Catherine Zeta-Jones.
Secuestro de Kennedy
La osadía con que operaba la patrona de la fariña colombiana en suelo estadounidense era impresionante. Cumpliendo pena en prisión planeó secuestrar a JFK Junior, hijo del expresidente John F. Kennedy, para canjearlo por su libertad. La DEA y la inteligencia norteamericana descubrieron a tiempo la trama y pudieron evitar el chantaje. Lo que no pudieron impedir, sin embargo, es que Griselda tutelara su banda desde la cárcel a través de sus hijos. A uno de ellos, el último de su tercer marido al que mandó matar sin miramientos, lo bautizó al más puro estilo de El Padrino con el nombre de Michael Corleone, en memoria del mafioso italoamericano.
Multinacionales de la droga en España
Traigo a esta columna de H50 la historia de Griselda Blanco Restrepo, “La viuda negra de la coca”, al cumplirse diez años de su muerte acribillada a balazos… y como paradigma. En efecto. España, aunque parezca una hipérbole, no está tan lejos de Griselda Blanco. Al contrario. La Península Ibérica (España, Portugal, Andorra y el enclave de Gibraltar) es un ámbito geoestratégico de primera magnitud. Nos encontramos a tiro de piedra de África, poseemos miles de kilómetros de litoral, varios archipiélagos y somos, idiomática y sentimentalmente, el punto de encuentro con Latinoamérica. Nuestro país es en estos momentos la mayor puerta de entrada de cocaína y hachís al espacio Schengen de libre circulación de la Unión Europea. Las “multinacionales” de la droga hace tiempo que pusieron sus sucias manos en nuestro solar. ¿Qué puede ir mal?